lunes, 23 de febrero de 2009

::y por fin... juan josé::

Llegó, pisó fuerte, nos arrancó el corazón para apretarlo y dejarnos sin aliento con un tornado de la mejor música teatral y un ciclón de lirismo retrechero. Dicenta es Dicenta y Sorozábal es Sorozábal, cada cual a lo suyo aunque juntos en pos de la poética del andamio y de las pasiones extremas. Si la obra teatral original hoy resultaría casi inaceptable sobre las tablas (al fin y al cabo la justificación del crimen del “la maté porque la quería”) la ópera de maestro euskaldún clama a gritos por una puesta en escena. No hubo un Pierrot Lunaire sin La espera y no ha habido un Juan José sin Adiós a la bohemia. ¿Culmen de una carrera? No es eso. La carrera de Sorozábal fue el camino de un genio florecido de obras maestras cada una en su género y en su estilo (Katiuska, La tabernera, La eterna canción…). Juan José es, en definitiva, ejemplo de lo que pudo haber llegado a ser el drama lírico popular español si nuestra desastrosa historia contemporánea lo hubiera permitido. A mí que no me hablen de cánones y en empeños yermos por buscar "la mejor obra de". Superada la barrera de los años esta ópera se sitúa en el puesto que se merece por sus propios méritos, justos e indiscutibles.

¿Cómo es la música de Juan José? Quizá con una única escucha no sea suficiente, pero algunas pistas ya podemos adivinar. Ante todo el declamado, cuidadísimo, una prosa de filigrana en la acentuación de las palabras que favorecía un diálogo continuo, fluido y moderno. Es el rasgo estilístico que más mira hacia el Sorozábal de los años 30, el de Adiós a la bohemia o La tabernera del puerto. Junto a él una disonancia que ya se estructura y sistematiza, que agita al sentido del oído acompañada en ocasiones de la danza popular madrileña (el chotis, la mazurca, la habanera) que se abstrae y esencializa en el discurso de manera muy sugerente, a veces irónico (¿influencia de Stravinsky?) y a veces con la nostalgia del Madrid barojiano de Las noches del Buen Retiro. Brillantísimos resultan en este sentido el dúo-chotis entre Rosa y Paco en el acto I, el racconto-mazurca de Andrés en el acto II o el dúo-habanera entre Juan José y Cano en el tercero. En el reto entre los protagonistas (final del actoI) un amenazante pasodoble en la cuerda grave atemoriza al más plantao, mientras que la flamenca malagueña y la petenera dan sentido y aroma a las escenas de la taberna.

La magia del teatro lírico permite que dos personajes como el Paco y la Isidra sean entendidos de manera muy distinta respecto al original de Dicenta. Sorozábal ha pintado a un Paco chulo pero sentido, de bronce y con alma, no ese mezquino explotador que plantea el dramaturgo maño. La Isidra, por su parte, resulta rotunda en su ritmo de malagueña y cadencia frigia que nos habla de centurias de mala intención y brujería. Pero no todo es aguafuerte y tonos sepias, en el Madrid finisecular angustiado en sus miseria de Juan José, también hay momento para el lirismo y para el canto ancho. En este sentido no podemos dejar de citar los dúos, el ya citado de Rosa y Paco y el gélido y dolido del segundo acto entre los protagonistas. Rosa tiene su momento de expansión cantable en su diálogo con Toñuela e Isidra al comienzo del acto de la guardilla y sería pecado si no citásemos el inolvidable momento de la lectura de la carta y el monólogo consecuente de Juan José.

Y es que el tercer acto es una auténtica gozada, no exagero la nota. La escena de la cárcel Modelo y la del crimen han dejado petrificado a un auditorio que no ha resistido bien la embestida gris del segundo acto, he observado deserciones… ¡ellos se lo han perdido! En cualquier caso el asunto no queda aquí: Juan José debe ser montado. Entre el respetable no he visto ni a A. Moral del Real ni a L. Olmos de la Zarzuela… Esa sí que es una mala noticia. Mucha juventud sí que estábamos presentes, lo que se merece una obra como ésta, y lo más emocionante... el aplauso a la partitura del maestro. Ha sido la clave, el momento de justa memoria que se merecía en su Madrid aquel que cantase en tantas ocasiones y de nuevo en Juan José. Es el momento de decirle por mi parte: “¡Gracias, maestro!”.

P.d.: sobre la interpretación artística no quiero dejar de valorar la parte de Ana María Sánchez que, sencillamente, ha dejado muy pequeños a sus compañeros. Manuel Lanza ha echado la carne en el asador en el último acto conmoviéndonos, mientras que la Orquesta Sinfónica de Musikene las ha “dado todas” con precisión y arrojo. Felicidades a ellos.



Caricatura de J. Dicenta por Cilla en Madrid Cómico
(9-XI-1895)



5 comentarios:

Eduardo Fuembuena dijo...

Muy fino y de justicia tú artículo.

Yo fui uno de los afortunados que estuvo ayer entre el auditorio de Juan José.

...Y disfruté tanto como tú cuentas.

Tenía ganas de conocer esta música desde que leí el libro biográfico de Sorozabal, (creo que no tenía ni 16 años por entonces!). Ayer por fin llegó el momento, un momento no sin rabia, pero me hago partícipe de tú elegancia y no paso a criticar las circunstancias ni sus partícipes.

Eso sí, me entró cierta amargura al conocer las opiniones de las personas, melómanos, que me iba encontrando en los intermedios y tras la ópera y hablo de melómanos, no de "visones" como diría Don Pablo de los que ayer no se olió ni uno.

A donde vamos entonces, sí ni siquiera los amantes de la ópera reconocen los méritos de esta partítura, méritos tan grandes que claman al cielo?

Desorientación y falta de cultura musical en geneneral, serían las claves de esta situación.

Ahora y siempre los españoles tenemos lo que nos merecemos, esto y solo esto explica tantas cosas, entre ellas el aborto de la ópera española de la que Juan José es, seguramente su única obra maestra, redonda, perfecta, (pero eso sí, en cadena directa con Bretón y Chapí, se piensa sobre todo en Margarita la Tornera y la intención de comunión entre prosa escénica y música dramática).

Pero, como siempre, el epañol mira para otro lado sinó para fuera, (siempre habrá bohemes y Carmenes).

De anoche me quedo sobre todo con las caras de los miembros de la orquesta, profesionales llenos de ilusión.

Creo que he escrito demasiado, pérdoname. Enhorabuena por tu estupendo blog.

Saludos.

Eduardo Fuembuena dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
J. F. dijo...

Pese a la euforia post-JuanJosé, la crítica me convence. Me resulta más interesante y emocionante que muchas de las que leo en las habituales revistas de música y teatro.

Espero que pronto algún teatro o compañia se fije en ella y la suba a los altares de la escena.

Atril De Sastre dijo...

Lord Alfred, muy agradecido de su extenso y halagüeño comentario, creo que andamos completamente en la misma onda. Estaré encantado de verle de vez en cuando por aquí.

Javier Fern... esperemos que esta vez suene la flauta y nos dejemos de tanto trash belcantista o trasnochadamente démodè (tanto en el Real como en la Zarzuela... o puede que ahora los del Canal).

Saludos a ambos.

Anónimo dijo...

Chapó. Qué bien que has vuelto.(Y chapó por Juan José, por supuesto).