domingo, 30 de diciembre de 2007

::un ratón straussiano::

Llega la Nochevieja, un año más... uvas, champán, más turrón y valses del concierto de Año Nuevo. Bueno, valses ya no se bailan, aunque en mi casa, que somos un poco de otro mundo, tenemos la costumbre de poner el brindis de La Traviata cuando terminan las doce campanadas y así nos ahorramos las felicitaciones de Ramón García con su capa de tuno tunante y de Anne Igartiburu. Yo, además, este año iré con mis amigos a una fiesta surrealista de disfraces en la que dudo que suenen aires vieneses.

La familia Strauss y la Viena fin-de-siècle son una de mis debilidades musicales, ya lo sabeís de sobra. Hoy navegando por Youtube me he encontrado con un divertido capítulo de Tom y Jerry en el que precisamente se homenajea todo ese mundo. Aunque es en inglés creo que es de comprensión elemental, vereís como sí...

This is the story of a waltzing mouse (...) in the home of Johann Strauss [the Second.] ¡Divertios con little Johann!



¡ FELIZ AÑO NUEVO!

sábado, 22 de diciembre de 2007

::la magia de berganza::

Entrecierren los ojos... enciendan sus altavoces... déjense llevar por la magia de una de las mejores voces que ha dado la Península... Con todos ustedes, Teresa Berganza en la Canción de cuna para dormir a un negrito de Xavier Montsalvatge. En sus corazones, como en el mío, se entremezclarán un algo de somnolencia, un poco de mar y un pedazo de coco muy tierno... ¿Porque todos los belenes tienen niños blanquitos?



Recital en el Festival de Aix en Provence de 1964

lunes, 17 de diciembre de 2007

::carta a luis olmos, director del teatro de la zarzuela::

Estimado Sr. Olmos:

Como público habitual del teatro que usted dirige y aficionado al teatro lírico en general, no puedo menos que escribirle desde la indignación y la estupefacción al haberme percatado de como la Zarzuela ha dejado de editar los libretos que desde siempre venía ofreciendo a su público.

Asistir a una representación de La Bruja pero darse cuenta de que el disfrute no podía continuar en casa cuando leyese los siempre interesantes artículos de especialistas en la cuestión, o me deleitase con las líneas de dos de nuestros más afamados libretistas, Ramos Carrión y Vital Aza, es una noticia cuanto menos lamentable. ¿Acaso en el Teatro de la Zarzuela no se tiene la misma sensibilidad ante noticia tan amarga?

Era el Teatro de la Zarzuela modelo para muchos otros coliseos líricos nacionales gracias a sus libretos, que combinaban una calidad literaria de altísimo nivel junto a una línea editorial de primera categoría… ¡y todo a un precio realmente asequible! ¿Qué nos va a quedar ahora en cuanto a escritos científicos sobre zarzuela y ópera española…? Muy sencillo: las muy esporádicas y no tan accesibles publicaciones del ICCMU.

No es cuestión de dinero. El Estado es deficitario por definición y a un teatro público se le adjudica un presupuesto para que lo gaste. Los programas de mano que ahora se ofrecen -y que hasta podemos descargar por Internet- están muy bien, vaya mi aplauso por ellos; pero realmente editarlos con las tapas de cartón y en color, considerando el número de páginas y teniendo en cuenta los miles de ellos que hay que imprimir para tantas funciones, estoy seguro de que eleva su presupuesto al cercano de los libretos que antes se editaban y vendían en la tienda de su Teatro de la Zarzuela.

¿Se trata de algo esporádico por tratarse de una reposición? ¿Se continuará con esta línea a lo largo de la presente temporada en la que se ofrecen obras muy poco habituales y sobre las que poco o nada hay escrito científicamente…? Confío en que se trate de un mal sueño, de que el Teatro de la Zarzuela continuará mimando a un género… no a unas representaciones con las que ganar taquilla.

Espero que los aficionados a la zarzuela y por qué no, todos los que se interesan por mover la cultura, por crear cultura, no tengan que terminar esta temporada con ese verso de Black el payaso en el que se dice “¡Qué pena, señor, qué pena!”.

Y es que la Zarzuela es mucho más que un teatro.


Esta carta, con algunos cambios, la envié el sábado mismo a la dirección del Teatro de la Zarzuela ante la muy desgraciada noticia, ante el atentado cultural, que ha sucedido con el caso de los libretos. Se acabaron los artículos escritos por especialistas sobre las obras, ¿quién es el cazurro que quiere aprender sobre zarzuela?

En fin... si estás de acuerdo con que no se puede permitir que un teatro público dedicado a la lírica española haya decidido que su público no tiene ganas de aprender y formarse escribe un correo electrónico a secretariadireccion.tz@inaem.mcu.es

Saludos a todos.


miércoles, 12 de diciembre de 2007

::lorca baila un vals::

Después de la arenga quasi-nacionalista de ayer -¡Por Dios, me he leido hoy y sueno a Peña y Goñi!-, he decidido relajar el tono y ofreceros un bombón; un auténtico encanto de praliné... un poema de Lorca ante el que es imposible no derretirse. Decadente, risueño, almibarado... irónico, sutil, ¡vienés en tres por cuatro...!

En Viena hay diez muchachas,
un hombro donde solloza la muerte
y un bosque de palomas disecadas.
Hay un fragmento de la mañana
en el museo de la escarcha.
Hay un salón con mil ventanas.

¡Ay, ay, ay, ay!
Toma este vals con la boca cerrada.

Este vals, este vals, este vals, este vals,
de sí, de muerte y de coñac
que moja su cola en el mar.

Te quiero, te quiero, te quiero,
con la butaca y el libro muerto,
por el melancólico pasillo,
en el oscuro desván del lirio,
en nuestra cama de la luna
y en la danza que sueña la tortuga.

¡Ay, ay, ay, ay!
Toma este vals de quebrada cintura.

En Viena hay cuatro espejos
donde juegan tu boca y los ecos.
Hay una muerte para piano
que pinta de azul a los muchachos.
Hay mendigos por los tejados,
hay frescas guirnaldas de llanto.

¡Ay, ay, ay, ay!
Toma este vals que se muere en mis brazos.

Porque te quiero, te quiero, amor mío,
en el desván donde juegan los niños,
soñando viejas luces de Hungría
por los rumores de la tarde tibia,
viendo ovejas y lirios de nieve
por el silencio oscuro de tu frente.

¡Ay, ay, ay, ay!
Toma este vals, este vals del "Te quiero siempre".

En Viena bailaré contigo
con un disfraz que tenga
cabeza de río.
¡Mira qué orillas tengo de jacintos!
Dejaré mi boca entre tus piernas,
mi alma en fotografías y azucenas,
y en las ondas oscuras de tu andar
quiero, amor mío, amor mío, dejar,
violín y sepulcro, las cintas del vals.

martes, 11 de diciembre de 2007

::vuelve la bruja a madrid::

Vuelve La bruja... vuelve una obra mítica, una de esas zarzuelas, mejor dicho, zarzuelones, que a uno dejan cautivado en su butaca durante tres actos. ¿Las razones? sólo hay una: música, música y música. Ruperto Chapí con esta obra grande y otras del mismo género como La tempestad, Curro Vargas, La Cara de Dios... pero también, ¿por qué no? , con otras más chicas como La revoltosa, Las bravías o La chavala, logró definir y elevar a la enésima potencia la auténtica música dramática española, la zarzuela. Zarzuela... ópera cómica, sí, pero obra lírica, al fin y al cabo. Las ideas de un Bretón en Los amantes de Teruel o del propio Chapí con empeños como Circe o la propia Margarita la tornera cayeron en saco roto. La ópera española, nuestro teatro lírico, tiene un nombre: zarzuela.

Todo el que en estas navidades quiera pasar un rato más que agradable escuchando música de la buena y a cantantes del nivel de José Bros, Susana Cordón, Nacy Fabiola Herrera o María Macía (que vuelve a Jovellanos después de su debut en los Luis Alonso,) que no deje de pasarse por el Teatro de la Zarzuela. Ante obras de este nivel -¿quién no recuerda la jota, el dúo del segundo acto o el terceto de las brujas...?- el hechizo está plénamente garantizado...

¿Crees ya en las brujas...?

(Para saber más sobre el argumento de la zarzuela pincha aquí.)

martes, 4 de diciembre de 2007

::nos dejá luis iberni::

A todos nos ha pillado por sorpresa el fallecimiento del profesor Luis G. Iberni. Desde hace años comencé a admirar su trabajo con su estudio sobre Chapí, sus conferencias en la Zarzuela y sus textos en El Cultural. Este año por fin cumplía uno de mis sueños al ser alumnos suyo pero... la vida veces nos da estos mazazos y desde aquí deseo que su familia se encuentre lo mejor posible. La verdad es que en la facultad va a dejar un vacío difícil de recuperar. Qué gran persona y qué gran profesional.

Os copio un breve texto que he publicado en zarzuela.net in memoriam.

http://www.zarzuela.net/ref/feat/iberni-obit_spa.htm

Un hombre, un musicólogo, un maestro

Unas líneas sobre Luis Gracia Iberni

3 de Diciembre de 2007

Luis G. Iberni, 1964-2007


Puede que sus clases no fueran un derroche de metodicidad y cálculo preciso. Su aspecto desgarbado, su estar aquí pero a la vez en cien partes, sus ojillos que parecían estar escudriñando siempre cada sonido, cada carácter… ¡sus “gloriosos” ejemplos al piano…! Puede que fuera todas esas cosas… y muchas más.

En los últimos años estuvo conviviendo mano a mano con un tío suyo, un tal “tío Pablo”, como él nos contaba en todo momento. “Tío Pablo” por aquí, “tío Pablo” por allá... Ya fuera la clase de Historia de la Danza o la de Crítica y Gestión Musical, Pablo Sarasate tenía que volver a tocar el violín para nosotros. Y es que Iberni se traía entre manos la publicación del estudio definitivo sobre el insigne músico navarro cuando alguien, no sé bien quién, decidió que debía dejarnos sin su “estilazo” narrativo, sin su destreza y magisterio musicológicos.

Iberni el musicólogo, Iberni el maestro. Sus clases eran sensacionales por cuanto de anárquicas y fabulosas tenían. Escucharle era un placer, leerle un gustazo. Se preguntaba en algún momento: “¿Cuándo escucharemos La Cara de Dios?”… La pasión y extrema meticulosidad que imprimió a cada una de las frases de su imprescindible estudio sobre Ruperto Chapí nos abrieron los ojos ante un compositor que durante décadas había sido, simplemente, el autor de La revoltosa. Es por Luis G. Iberni por quien hoy, por ejemplo, podemos decir: El autor de Margarita la tornera.

Pronto, Luis, podrás ver La Cara de Dios, La cortijera o El puñao de rosas en tu Teatro de la Zarzuela. En menos de un mes La bruja, ¿nos suena de algo…? No nos sentiremos tan solos o afligidos cuando podamos escuchar a Don Ruperto o al tío Pablo, porque tú, Luis, al lado de tus alumnos, de tus colegas, incluso de aquellos que no te conocieron en persona, con tu sonrisa y sensibilidad, eras parte de esa música.


domingo, 18 de noviembre de 2007

::el público en el teatro lírico::

La verdad es que hoy que es domingo me he levantado con ganas de escribir y ante el inminente concierto al que voy esta tarde a la Zarzuela me he propuesto dejar aquí unas líneas acerca del público en este teatro y en el Real. Por supuesto que éste sería tema para una tesis, pero bueno, ya que tengo este atril de sastre pues lo aprovecho y despotrico contra las cosas que no me gustan. Entiéndase, pues, que ésta es una opinión absolútamente personal y subjetiva.

El público de Madrid es un público en su mayoría bastante ignorante y ordinario. Bueno, en el teatro, en la calle, en el supermercado... y conste que me incluyo en él. Tenemos mucho que ver con el público italiano pero con la diferencia de que en Italia, al menos de ópera, saben un poquito más que nosotros. Son adoradores del canto... nosotros, la mayoría, no. Aquí se adora los momentos, las figuras y poco más. En Italia si alguien canta bien pues se le ovaciona casi hasta el delirio, de manera que raya lo obsceno. En España te aplauden, pero si tienes un nombre, aunque cantes una patata, parece que el teatro entra en éxtasis.

Lo que acabo de decir se pudo ver el viernes, y se verá esta tarde, en el Teatro de la Zarzuela. Cantaba Aquiles Machado, que a día de hoy tiene de todo menos voz. La línea la perdió hace mucho, el color es un desastre... pero canta el "Por el humo se sabe donde está el fuego" y el teatro ¡alaaaa! una ovación desmedida. Con Nanci Herrera lo mismo. La chica canta bien, pero ¿tanto como para gritar de esa manera? Sin embargo hubo actuaciones mucho más interesantes esa velada (como la romanza de El juramente por Bergasa o el dúo de Jugar con fuego junto a Carmen González) y se dieron aplausos de rigor y poco más. ¿Y esto por qué? Pues porque Aquiles Machado es quien es y vive del recuerdo de una Bohème -y poco más- de hace ya casi diez años en el Real. Además si cantas algo de siempre pues la gente ya... el "acabose".

El público del Teatro de la Zarzuela es de lo más ecléctico que uno se pueda figurar. Hay desde entendidos a gente que pasaba por allí y decidió entrar (algo mucho más difícil que en el Real lo veamos empezando por las diferencias de precio.) Grupos de turistas, gente de provincias que vienen en autobús, de señoras con litros de laca en la cabeza para demostrar que se la saben moviendo el casco al ritmo (?) de la música... esas son las peores, not doubt.

En los intermedios del Real y la Zarzuela en general los comentarios suelen ser de ínfimo interés y se suelen centrar en "¡qué bonito canta fulano!" o "... menudo rollo de ópera". El jueves fui a ver The rape of Lucretia al teatro de la Plaza de Oriente y la pija que tenía en el palco de al lado lo único que sabía decir acerca de la obra en el descanso era "... a mí es que estas óperas raras modernas...". Su futura suegra le contestaba "pues sí... pues sí... dame una Tosca, una Traviata... pero ¿estas?..."Y hablando de Tosca os propongo un experimento atropológico entre el público inglés y el público italiano:



En España hubiéramos apaludido (¡y no es para menos!) como en Italia, sin ningún remordimiento por detener la trepidante acción del mítico acto II de la mítica Tosca. Aquí... eso sí, lo haríamos si cantase "Fulanito Cura", "Menganita Bartoli" o similares... vacío, puro vacío. Que no me vengan con pamemas. Es inadmisible el ver cómo se interrumpen una y otra vez las óperas de repertorio con ovaciones tan injustificadas muchas veces y que hacen flaco favor a intérpretes y obra. Pasó en el Boris Godunov tras la muerte del zar; ¿era realmente necesario aplaudir?, ¿no hubiera sido mucho más impresionante para todos un silencio mortuorio?

Yo entiendo que en los recitales se puede aplaudir detrás de cada número, pero un poco de mesura. El concepto mismo de recital es ese, lucir a una figura con sus entradas, salidas etc. etc. Llega a haber atrevidos que aún sin tener ni idea de la obra se atreven a aplaudir en mitad de la misma cuando a él le parece que ha terminado. Ocurrió el viernes en la Zarzuela en el concertante de El anillo de hierro. Oiga, señor, si no conoce la obra, al menos, espérese a ver cuándo hay que aplaudir.

En los bises fue ya la repanocha. La orquesta atacó el dúo-pasodoble de La del Manojo de Rosas y la gente se vio en su derecho de ponerse a cantar a coro con los intérpretes. Al final sonaros los consecuentes chisteos porque aquello se acercaba por momentos al concepto de una barraca de feria y no al del teatro de la ópera cómica española.

¿Pero qué será del Real y de la Zarzuela dentro de 30 años? Bien, yo creo que el Real está sabiendo llevar a cabo una campaña de democratización y echarse a la calle y hacia los jóvenes que le vendrá muy bien para crear un público potencial de futuro. Con las entradas de último minuto para menores de 26 se puede ver casi siempre lleno tan amplio aforo y el que siembra hoy recogerá mañana. Lo más ingenioso que se les ha ocurrido en la Zarzuela es establecer el miércoles como día del espectador así que más que teatro a día de hoy es algo parecido a un cine de barrio. Algunos jóvenes se ven, cada día más, pero no es suficiente. No sé bien cuál es la solución a este problema, que lo es, pero bueno, soy optimista y cada vez veo más gente joven por la calle Jovellanos -¡a pesar de lo difícil que es llegar a ella y la nula presencia de este teatro en la calle!-

No he sido muy duro, ¿no? Esperemos pronto poder aplaudir en la Zarzuela joyas como...



Pasacalle y jota de
La bruja (R. Chapí)

sábado, 10 de noviembre de 2007

::mama cass en dream a little dream of me::



Hay algunas canciones clásicas, como esta de Dream a little dream of me, que nunca dejarán de ponerme la piel de gallina. La letra emocionante de Gus Kahn y la música de W. Schwand y F. Andre creo que conforman uno de los binomios más sensibles de la historia de la canción y que en voces preciosas como la de Mama Cass creo que nos acerca un poquito a las estrellas.

Por cierto, no podeís dejar de ver y escuchar la versión de la inconmensurable Ella Fitzgerald, quizás más señora, más voz que Mama Cass, pero sin la incierta simplicidad de la solista de los Mamas and the Papas... todo un bombón de la mejor música. Soñad.

miércoles, 7 de noviembre de 2007

::subyugado ante el arte de ana maría sánchez::

El sábado, con el concierto de José Bros y su esposa María Gallego, se dio el pistoletazo de salida al I Ciclo de Conciertos Líricos de Zarzuela en el teatro de la ídem. Aquello fue, la verdad, un rollo si se plantea desde la perspectiva del programa; no era un concierto atractivo sino que se limitaba a recopilar una serie de piezas trilladísimas para lucimiento de tenor y soprano. Él lo hizo, ¡vaya si lo hizo! y dio una lección de buen gusto en el canto y una exhibición pirotécnica de medios vocales de los que está sobrado. ¡Qué ganas de verle en La bruja que se estrena en diciembre!... Sobre ella, mejor corramos un tupido velo.

Pero lo de hoy, señores míos, ha sido muy diferente, ya que al interés propio que pueden suscitar las voces del cartel se sumaba el de un programa diseñado con delicado gusto: hemos escuchado un poco de todo, algo de género chico, algo de género grande... cosas conocidísimas y otras francamente infrecuentes, en fin, para todos los gustos e intereses. El disfrute, por este lado, estaba garantizado y a pesar que la Orquesta de la Comunidad no acaba de convencerme en este formato y que Roa no creo que haya podido insuflar a todas las piezas el carácter necesario. El coro titular de la casa súmamente discretito.

¿Qué ha sido lo que más ha brillado? Pues sin duda la "interpretación" brillante de un género, y ojo que no me estoy limitando al cante de fulanito o menganito; porque seamos francos, Carlos Moreno no es José Bros... Juan Jesús Rodríguez no es un barítono para caerse sentado... pero hay un "algo" en ellos, sobre todo en Moreno, que hace que cuando se les escucha uno tenga en el rostro una leve sonrisa; un "vaya, este señor está contándome algo"... creo que la palabra sería transmitir. ¡¿Y qué decir de Sonia de Munck!? Es una tiple ligera con un donaire y una elegancia innatos. Su estilo al cantar es único y sin duda resulta óptima para los roles que habitualmente acomete en la compañía Ópera Cómica de Madrid. ¿Te veremos más este año, Sonia? Aún recuerdo su Gallina ciega, su Relámpago... Una de las mejores artistas en el género como ha demostrado hoy con el vals del Chateau Margaux y la polonesa de El barbero de Sevilla.

Pero hoy quiero hablar algo más detenidamente de Ana María Sánchez, que brillando más allá de la estrella polar hoy nos ha dejado boquiabiertos por su manera de decir las dos romanzas y los dos dúos que ha cantado. Empezó con la gavota de La Calesera junto a la De Munck. Bien, muy bien... pero, de repente... la romanza de Gigantes y cabezudos. Memorable. Absolutamente exquisita. Cada una de las frases, cada una de sus maneras de ir desgajando los halientos necesarios para decir de maneras muy diferentes la docena de veces casi que se repite la frase "¿por qué, Dio mío, no sé leer?". En el dúo de El gato montés ha dado lo mejor de sí misma por el venazo andaluz y ha sorprendido con la jondura de su declaración de amor. En esta línea ha llegado a lo mejor de la velada con la romanza de El barquillero, una de las más sutiles del repertorio y que en su voz ha dejado de piedra al auditorio. La ovación ha sido fráncamente emocionante y el lenguaje se queda corto cuando se quiere poner en palabras tamaños conceptos de belleza.

El domingo 25 de noviembre a las 19:00se retransmitirá por Radio Clásica y todos tendreís la ocasión de escucharlo.

Y ahora, una reflexión. ¿Cómo es posible que una soprano como Ana María Sánchez no tenga su agenda llena de compromisos con los mejores teatros, no ya nacionales, donde nunca hemos sabido disfrutar de nuestros mejores productos, sino del extranjero? Alguien como la Sánchez podría estar cantando Otello, Tosca o Un baile de máscaras por medio mundo y ahí la teneís, sin ninguna función de ópera en vistas. En Valencia preparan un Don Carlo y no estará ella en el reparto. En Bilbao, donde siempre ha triunfado, no la llaman desde su Otello último... ¡Y encima se aprendió de memoria la ópera Zigor para sacarles, francamente, de una apuro y ahí está! Es una situación que clama al cielo y que el que les escribe no sabe explicar. Si alguien sabe algo, que lo diga o calle para siempre.

Tú no, Ana María, te lo rogamos, que tu voz nunca calle. A los que apreciamos, aunque sea muy poquito, el arte verdadero, nos hace muy felices.

martes, 6 de noviembre de 2007

::un día en el parís de 1867::

Era el verano de 1867 y medio mundo estaba expuesto en París en una de las más míticas exposiciones universales de toda la historia. Después de las reformas del barón Haussmann un nuevo París de bulevares y magníficos monumentos sorprendía a todos los que podían dejarse caer unos días por la capital del Sena. Son los últimos y dorados días de un II Imperio que perecería con la guerra francoprusiana y en los que el rey de los compositores de teatro cómico musical era ese inconmensurable genio llamado Jacques Offenbach. Para el que quiera zambullirse en esta época y salir mareado de vals y pastel puede ver ese delirio titulado Violetas imperiales sobre la llegada de Napoleón III al trono... pero vamos, hoy quiero hablaros de otra reina.

Si había una monarca en este París esa era Hortense Schneider. Era la diva, la gran diva de la opereta francesa, y para ella escribió el bueno de Offenbach algunos de sus más logrados personajes. Hizo La bella Elena en el 64, o La Pericola en 1868... pero si hay un personaje que la hizo mundialmente popular, si tuviéramos que decir "cuál" de sus creaciones era la Schneider, esa sería La Gran Duquesa de Gerolstein, inolvidable opèra bouffe que se hizo a la medida del gusto de los visitantes de París en ese veranito elegante y ocioso de 1867.

Se estrenó en el Teatro de Variétés y podemos hablar de rotundo éxito. A la Schneider la dio un ataque de pánico minutos antes del comienzo y Offenbach la debió decir que ella vería lo que hacía, pero que la obra iba a darse con o sin ella. Atacó el preludio desde el foso. Cuando Hortense escuchó a las trompetas entonar el tema del sable se la olvidaron los temores. Era la Gran Duquesa y tenía que lucirse delante de lo más granado del mundo. En funciones venideras irían a besar la mano de la Gran Duquesa los propios emperadores de Francia, Napoleón III y Eugenia de Montijo, el Príncipe de Gales, el zar Alejandro II, Bismarck, los reyes de Baviera, Portugal, Suecia... ¡el sultan de Turquia! La Schneider fue la auténtica reina de la Exposición e incluso se presentó como "Gran Duquesa de Gerolstein" cuando no dejaron entrar a su carruaje en una dependencia exclusiva para nobles dentro del recinto ferial.

El mundo entero se postró a sus pies... y a su sable. Por supuesto que aunque Gerolstein es un ducado irreal e inventado por la mente loca y genail de los libretistas Meilhac y Halévy (Carmen, Orfeo en los infiernos...) podemos ver en él cruel sátira del reinado de Isabel II de España como muchos entonces lo entendieron. Un reino lleno de guerra, yernocracia, ascensos absurdos de personas ineptas a los más altos cargos; decadencia y laxitud de valores; hipocresía e ignorancia; oscurantismo y ostentación. Reinado barroco en pleno XIX como el de la Gran Duquesa de Gerolstein en el siglo XVIII en que se desarrolla la trama. Sería interesantísima una lectura castiza, moderna y en castellano de tan magnífica opereta para un público español.

El argumento de la obra es harto sencillo. En Gerolstein están de guerra en guerra. La Gran Duquesa está chiflada por los militares y ninfómana compulsiva se encapricha de jovencitos soldados rasos. Ahí entra Fritz, un tontorrón infeliz al que de repente la Duquesa nombra general de sus ejércitos. A cambio espera de él favores amatorios pero ¡ay! él no la quiere y ni se entera de las pretensiones de ella. Fritz quiere a Wanda, una sencilla aldeana con la que se terminará casando. La Gran Duquesa, despechada, se suma al plan de unos conspiradores golpistas que quieren asesinar a Fritz en su noche de bodas por el acaparamiento de poder al que ha llegado. Finalmente no hay ningún muerto y sí mucho gallope, mucha polca, mucho vals, mucho schottish, mucha redowa. Una partitura elegante pero con momentos de lo más gamberro y canalla. La enseñanza final es que uno debe encontrar la felicidad en lo que tiene... bueno, vale, eso está muy bien ¡y sobre todo si eras de una high life que en 1867 se podía pegar un veranito en París visitando a la Gran Duquesa de Gerolstein por las noches en el teatro de Variétés!

Os dejo dos momentos estelares de la obra: la entrada de ella con su rondó memorable de "Ah, que j´aime les militaires" -¡ah, que me placen los militares!-, y los cuplés del general Boum, precisamente uno de los sujetos que terminarán odiando al tonto de Fritz y que en Madrid en la traducción castellana estrenó Francisco Arderius, la mente genial que nos exportó a los madrileños el género teatral de los Bufos Parisinos de Offenbach pero en su versión matritense: Los Bufos Madrileños -¡precisamente en el Teatro Variedades de la calle de la Magdalena!- y que en 1869 pasarían a ser Los Bufos Arderius. Termino con un vídeo alucinante con el popular gallope de esta opereta pero en una visión muy particular entre Napoleón y el propio Hitler: "¡A caballo, a caballo, rápido, señor general!".







martes, 30 de octubre de 2007

::una de fantasmas::

Mañana se celebra la noche de Halloween, costumbre anglosajona de origen irlandes si no recuerdo mal que cada año se impone más en España por esta americanitis tan propia a todo el mundo occidental globalizado. Pero bueno, supongo que siempre ha sido así. Las costumbres se transforman en función de una sociedad que las hace y da sentido. No lo critico, aunque echo de menos una buena función del Tenorio en la corte llegada la fecha. Este año, por lo que he visto en la cartelera, sólo en Alcalá de Henares se montará, como cada año en dicha ciudad, la inmortal obra de Zorrilla. Una pieza teatral de relativo valor literario pero que, reconozcámoslo, tiene la fuerza, el vigor de lo decadente, de lo románticamente imposible.

El Tenorio de Zorrilla, drama fantástico-religioso, al final va al cielo, pero no así el que hoy os propongo... Hablo del Don Giovanni de Lorenzo da Ponte con música de W. G. Mozart. Sus autores lo denominaron "dramma giocoso", aunque normalmente los directores suelen afrontarlo más por lo dramático que por lo que tiene de scherzante o giocoso. La escena que os cuelgo no puede ser otra que la del convidado de piedra. La versión es la clásica del Festival de Salzburgo de 1954 con Fürtwangler en el foso. Reparto de lujo aunque lamento la dirección musical tan sumamente lenta y pesada. Aún así le da al cuadro un algo de patética solemnidad muy propio. Disfrutadla...

Después de tanto terror concedamos una nota de perdón a nuestro héroe (¿o es antihéroe?) sevillano con los últimos versos de Zorrilla:

¡Clemente Dios, gloria a Tí!
Mañana a los sevillano
aterrará el creer que a manos
de mis víctimas caí.
Mas es justo: quede aquí
el universo notorio
que, pues me abre el purgatorio
un punto de penitencia,
es el Dios de la clemencia
el Dios de Don Juan Tenorio.

(Cae Don Juan a los pies de Doña Inés, y mueren ambos. De sus bocas salen sus almas representadas en dos brillantes llamas, que se pierden en el espacio al son de la música. Cae el telón)


martes, 23 de octubre de 2007

lunes, 22 de octubre de 2007

::que mi nombre no se borre de la historia::

Ayer acudí al cine a ver la película recién estrenada de Martínez-Lázaro Las 13 Rosas. ¿Qué decir de ella si aún la emoción me aprieta en la garganta cuando rememoro la mayoría de sus escenas? Como película es muy notable. No creo que se pueda contar mejor y mantener el interés por una historia de la que todos conocemos el final mal que nos pese. El único "pero" que le pondría al filme serían los títulos de crédito, quizás más televisivos que cinematográficos, pero vamos, una delicia de película con unas interpretaciones soberbias de la primera a la última -sería injusto ponerme a decir nombres pues quizás olvidase más de uno-. No podeís dejar de ir a verla.

Pero además no se puede dejar de ir a verla por los valores ya méramente históricos y documentales de la obra. Parece mentira que aún en 2007 haya gente que se escude en argumentos banales para querer echar atrás una Ley por la Memoria Histórica o que aún haya gente que te diga que si la guerra empezó porque ya se estaban pasando los rojos o si no sé qué de 1934 o no sé cuanto de "pues a uno de mi pueblo...". A toda esa indecencia de chusma derechista, a toda esa gentuza, hijos de pistoleros y golpistas en gran parte, ignorantes muchos y dirigentes de un Partido Popular cuyas raices se hunden en la más oscura etapa de nuestra historia reciente, se les puede decir que vayan a ver películas como Las 13 Rosas; la verdad duele y te da un golpetazo en la cara cuando ves historias como las que nos cuenta el director de este largometraje.

Por el digno recuerdo de una España que nunca nos contaron bien y que los jóvenes estamos obligados a conocer; para reivindicarla y luchar por recoger y hacer crecer la semilla que plantaran los demócratas en ella. Porque no queremos repetir las atrocidades del pasado, vaya mi recuerdo por las 13 Rosas Rojas.

-Os recomiendo este pormenorizado artículo sobre el asunto y la película de Jesús Ruiz Mantilla.
-Para saber más sobre las 13 Rosas no dejeís de leer el resumen de su tremenda historia, simbólica y dolorosa, en la wikipedia.

domingo, 21 de octubre de 2007

::desde las profundidades de castilla::

De lo más profundo nació la música de una zarzuela de la que hoy no nos acordamos muchos: El cantar del arriero con melodramático y a veces folclórico libreto de Adame y Torrado y música, que huele a barro y a caminar de los bueyes, de Díaz Giles. En ella se ve el polvazo del llano, el lejano perfil de las montañas... a veces un poco de aroma de tomillo pero, en seguida, volvemos a la realidad del camino incesante del arriero.

Se estrenó en 1930 en el Teatro Victoria de Barcelona y en mayo de 1931 en el Calderón de Madrid. Desde entonces en la zona del levante se ha puesto en infinidad de veces pero en Madrid nunca llegó a cuajar. Quizás en la Corte se estaba ya un poco cansados de la alpargata o quizás se tenía como precedente una alpargata de tan fina factura como La rosa del azafrán (Romero-Shaw-Guerrero)... El caso es que desde aquí reivindico la música de este zarzuelón cuyo argumento completamente desarrollado podeís leer aquí y que por cortesía de una amiga podemos decargarnos todos en el siguiente enlace:

El Cantar Del Arriero.zip (53.39 MB)
http://www.megaupload.com/?d=EG8BWHVI

DOLORES CAVA (Soprano).....................Mariblanca
JULITA BERMEJO (Tiple cómica).............Gloria
MANUEL AUSENSI (Barítono)................Lorenzo
CARLOS MUNGUÍA (Tenor) ...................Anselmo
GERARDO MONREAL (Tenor cómico).......Braulio
GREGORIO GIL (Tenor)........................“Cigüeño”
CORO CANTORES DE MADRID................Dr. José Perera
ORQUESTA SINFÓNICA..........................Dr. Benito Lauret


Lago de Sanabria, en cuya zona transcurre la acción de El cantar del arriero

domingo, 14 de octubre de 2007

::se busca chulapona::




(Sale un actor a telón corrido y dice)

¡Madrid, el viejo, se está muriendo!
¡Nos abandona! ¡No volverá!
¡Se fue educando y enriquecido,
y poco a poco fue decayendo
de tal manera, que no es él ya!
Ya no es el que era. Salió de viaje
y trajo un aire muy parisién.
Gusta del wiski y el maquillaje,
chuta, boxea, cambia de traje,
y es una estampa de un magasén.
El boticario de la Paloma
se ha vuelto un barman de bulevar,
y los narcóticos de su redoma
-opio y morfina que fuma y toma-
son el reclamo para su bar.
Madrid, hoy pálido, tiene una mueca
muy "siglo veinte", muy "gran hotel";
y el efebismo de una muñeca
que no se sabe si, cuando peca,
es una fémina o es un doncel.
Vendió su alma por lo aparente
de una mundana modernidad,
pues ignoraba -¡pobre inocente!-
que iba a vestirse grotescamente,
con el deshecho de otra ciudad.
Era un romántico y era pequeño...
Muy galdosiano, muy de café.
Y en la tertulia, siempre risueño,
descabezando su fácil sueño,
se deleitaba con el rapé.
Pero, de pronto, sintiose un día
la convulsiva renovación,
y la anticuada litografía,
llena de suave melancolía,
es un cubista chafarrinón.
Y ahora, medroso y acobardado
de su romántica antigüedad,
Madrid, el viejo, se ha extraviado
y anda sin rumbo por la ciudad.
Madrid ha muerto. Se alza en un revuelo
cuando el entierro se oye pasar,
y entre los flecos de su pañuelo,
pálida y llena de desconsuelo,
la Revoltosa rompe a llorar.
Y arrodillándose triste y llororsa,
trágicamente tira un clavel.
Detrás la gente, va silenciosa.
Cierra la noche. Todo reposa.
¡Madrid ha muerto! ¡Llorad por él!

(Intermedio de Rosa de Madrid. Luis Fernández Ardavín)

sábado, 13 de octubre de 2007

viernes, 12 de octubre de 2007

::el boris godunov del real::

Por fin se inauguró la temporada lírica del Teatro Real y el pasado miércoles, día 10, asistí a ver la sobrecogedora ópera Boris Godunov de Musorgski. Esta obra, para quien no la conozca, narra las desventuras y tormentos de un zar que llega al trono de manera "poco limpia" y la verdad es que poco más se puede decir. Una obra shakesperiana si se me permite, donde se reflexiona sobre el poder, la vida y la muerte. Un Macbeth "alla russa" que impresiona por su fuerza y donde se cuestionan verdades trascendentales que hacen que en tu butaca uses la cabeza para algo más que el "¡oh! qué bien canta" (algo que, dicho sea de paso, me suele ocurrir con frecuencia con las óperas del repertorio no-mediterráneo.)

La obra de Musorgski es, además, un hito en la historia de la ópera. No se entendería lo que vino después sin ella. El trabajo dramático-textual en relación con la música, esa especie de prosodia melódica que a veces alcanza el arioso y a veces se diluye en el cantus firmus quasi ortodoxo, prepararon el camino, por ejemplo, haci un Pelléas et Mélisande de Debussy o muchas de las pautas canoras de la segunda escuela de Viena (¡Wozzeck de Alban Berg!). El germen, la semilla, ya la había plantado Musorgsky casi treinta años antes en el Moscú de Alejandro II.

La elección de un obrón así para abrir temporada creo que es arriesgada. Los cuerpos estables del teatro, el coro y la orquesta, aún están fríos y en una obra donde se les exige tanto, la verdad, opino que se quedaron algo "cortos". No me convenció López Cobos desde foso (aunque en las partes más sombrías logro una densidad y unas texturas emocionantes). En las partes más brillantes yo no sé si eran los desacompasados tempi, las irregularidades tímbrics o las monstruosas desafinaciones de los viento-metal pero ay, ay, ay... aquelló no acabó de cuajar. El coro dirgido por Casas-Bayer bien, más o menos, en el último cuadro pero nada convincente en las escenas de la coronación de Boris. Le falta anchura, dimensión... sonar más "ruso".

Los solistas vocales muy correctos todos. Scandiuzzi como Boris estuvo bastante bien y en sus tres monólogos, en especial el de su muerte, llegó a conmoverme. El soberbio Pimen de Kotchinian, el Chuisi de Donal Kaasch, Varlaam por Vladimir Ognovenko... Itxaro Mentxaka cantando la canción del pato. Todos bastante bien. El Grigori de Vsevolod Grivnov me resultó algo chillón pero correcto. En fin, que en este aspecto un notable para todos y un aplauso sonoro por el esfuerzo realizado.

Para terminar comentar que la dirección de escena de Klaus Michael Grüber fue más o menos interesante pero lo que no se puede permitir es la tomadura de pelo del escenógrafo Eduardo Arroyo. ¿Cómo se permite algo tan absolutamente cutre para una obra de estas características? El resultado fue absolutamente anodino merced a unos decorados planos, fríos, asépticos que no decían absolutamente nada. Delirio de un pintor que se cree que escenificar una ópera es pintar un cuadro para cada escena. Nulo sentido teatral que Grüber no debía haber permitido. Los bostezos y los ojos cerrados fueron un constante en el paraiso del Real cuando se trata, precisamente, de una obra que concebida como gran retablo pictórico-musical de la Rusia del siglo XVII puede llegar a ser alucinante. Arroyo debería, además, no haberse reido tanto del público del Real puesto que si recordamos su anterior escenografía para Desde la casa de los muertos ¡es igual! Pájaros gigantescos, insectos, colores planos, frialdad, nulo atrezzo... en el Janacek, a lo mejor tenía sentido, en Boris ha sido una patochada y una absurdez. Una pena, una gran oportunidad perdida para demostrarnos a los madrileños que la ópera rusa es, y debe ser, ese gran drama musico-nacional con el que soñaron sus autores. Volvería a la ópera por ver el primer reparto musical pero creo que mejor me quedo en casa para no aburrirme tanto.


El único cuadro que salvo de este montaje, la muerte de Boris.

martes, 9 de octubre de 2007

::un vals entre vicente aleixandre y josef strauss::

En genios como Aleixandre la palabra podía ser el compás perfecto para la danza. En su libro Espadas como labios -escrito entre 1931 y 1932- presentó uno de los poemas de amor más interesantes de nuestra literatura por cuanto tiene de sarcástico pero a la vez de sentido. Un poema titulado como la danza reina de los salones del XIX, "El vals", en el que se recrea estos espacios de hedonismo en decadencia, y que tiene el ritmo de dicho baile, ternario, infinito... que acelera y decelera a medida que fluyen las melodías en mayores o menores tandas. Para acompañar su lectura os propongo el "Vals Dynamiden" de Josef Strauss, hermano de Johann Strauss II (el popular autor de Junto al bello Danubio azul, Sangre vienesa o Rosas del sur).

Josef era un compositor romántico, en la línea de un Chopin o Schubert. A día de hoy podemos decir sin rubor que era mejor músico -bastante mejor músico- que su popularísimo hermano. Quizás su melodismo no era tan desbordante, pero sus valses, por la construcción, organización de las ideas e instrumentación brillante, son pequeñas joyitas, mini-poemas sinfónicos que ya va siendo hora de rescatar y que sean igual de conocidos que los de su hermano. En este vals que cuelgo, por cierto, se inspiró Richard Strauss -nada que ver con la familia de compositores vieneses- para uno de sus más conocidos temas de la ópera El caballero de la rosa ("mit mir, mit mir, mit mir..."), el machacón y pegadizo vals del Barón Ochs.



Con todos ustedes, El vals.

Eres hermosa como la piedra,
oh difunta;
Oh viva, oh viva, eres dichosa como la nave.
Esta orquesta que agita
mis cuidados como una negligencia,
como un elegante bendecir de buen tono,
ignora el vello de los pubis,
ignora la risa que sale del esternón como una gran batuta.

Unas olas de afrecho,
un poco de serrín en los ojos,
o si acaso en las sienes,
o acaso adornando las cabelleras;
unas faldas largas hechas de colas de cocodrilos;
unas lenguas o unas sonrisas hechas con caparazones de cangrejos.
Todo lo que está suficientemente visto
no puede sorprender a nadie.

Las damas aguardan su momento sentadas sobre una lágrima,
disimulando la humedad a fuerza de abanico insistente.
Y los caballeros abandonados de sus traseros
quieren atraer todas las miradas a la fuerza hacia sus bigotes.

Pero el vals ha llegado.
Es una playa sin ondas,
es un entrechocar de conchas, de tacones, de espumas o de dentaduras postizas.
Es todo lo revuelto que arriba.

Pechos exuberantes en bandeja en los brazos,
dulces tartas caídas sobre los hombros llorosos,
una languidez que revierte,
un beso sorprendido en el instante que se hacía «cabello de ángel»,
un dulce «sí» de cristal pintado de verde.

Un polvillo de azúcar sobre las frentes
da una blancura cándida a las palabras limadas,
y las manos se acortan más redondeadas que nunca,
mientras fruncen los vestidos hechos de esparto querido.

Las cabezas son nubes, la música es una larga goma,
las colas de plomo casi vuelan, y el estrépito
se ha convertido en los corazones en oleadas de sangre,
en un licor, si blanco, que sabe a memoria o a cita.

Adiós, adiós, esmeralda, amatista o misterio;
adiós, como una bola enorme ha llegado el instante,
el preciso momento de la desnudez cabeza abajo,
cuando los vellos van a pinchar los labios obscenos que saben.
Es el instante, el momento de decir la palabra que estalla,
el momento en que los vestidos se convertirán en aves,
las ventanas en gritos,
las luces en ¡socorro!
y ese beso que estaba (en el rincón) entre dos bocas
se convertirá en una espina
que dispensará la muerte diciendo:
Yo os amo.

lunes, 8 de octubre de 2007

::morir, dormir... dormir, tal vez soñar::

El Hamlet que disfruté ayer tarde en Réplika Teatro será inolvidable. Era la primera vez que veía un Shakespeare sobre las tablas y ¡Dios, qué fuerza! Ahora entiendo tantos y tantos textos en los que nos cuentan cómo de Shakespeare abajo, ninguno. La intensísima tragedia del príncipe Hamlet, de la reina Gertrudis y del odioso rey Claudio sobre las tablas cobra una intensidad que nunca pude imaginar. Pero estoy seguro que nada de esto hubiera podido ser posible sin la fineza del montaje y la versión teatral que nos han ofrecido los artistas de Réplika bajo la dirección de Jaroslaw Bielski.

El Hamlet de Raúl Chacón es un hombre ante el abismo, un lobo en trance en la cuerda floja de la verdad y la mentira, ¿está loco de verdad, o no lo está? Un Hamlet romántico, y a la vez barroco, lleno de contrastes y de verdad... ¿o de mentira? ¿duerme o sueña? Trágico y oscuro desde el principio en sus soliloquios pero lleno de luz en los diálogos con Horacio, Ofelia, Claudio o (¡inolvidable!) con su madre la reina. Bravo por él. Si con lo joven que es ha logrado una creación tan acabada de este personaje, ¿¡qué puede venir después?! ¿Segismundo?... Lo que él se proponga. A los clásicos no hay que tenerles miedo y creo que en su manera de decir el verso hay un algo de maestría que sólo saben alcanzar los que han nacido para este extraño mundo del teatro.

Otra "grande, grande", para mi gusto, fue Socorro Anadón, que perfiló una Gertrudis hierática y sensual pero que poco a poco se derrumba hasta conseguir arrancar las lágrimas al público con su escena de la copa de veneno y el pañuelo con que seca el sudor a su hijo Hamlet. De verdad, el público se quedó de piedra con sus intervenciones. Una gran dama de las tablas con el porte y el acento perfecto e inmejorable para un papel complicadísimo como el de Gertrudis.

Sería un pecado no citar la frágil y dolorosa Ofelia de la jovencísima Marta Eguía -¡qué diálogos con Hamlet, qué escena de locura!-, el histriónico y magnífico Polonio de Luis Martí, el Claudio, también muy joven, de Borja Manero, o el honrado y siempre cumplidor Horacio de Pablo Castañón. Secundarios impecables y montaje sencillo pero que no resultaba, en absoluto, carente de nada. Solucionadas con efecto las escenas de las apariciones del rey Hamlet, la de los cómicos, la del entierro y, ¡cómo no!, la del duelo final.

Un duelo entre los espectadores y los artistas en este Hamlet de Réplika Teatro. Un duelo que nos inquieta con cuestiones universales y que hoy en día deberíamos plantearnos más que nunca. "¿Somos o no somos?... ¿morir... dormir... soñar... silencio?"... Las funciones terminaron ayer domingo, pero el Hamlet de Réplika regresará a Madrid en el mes de enero, prometo recordároslo para que no os lo perdaís. Acción reflexiva en un Hamlet vital que no olvida.

Me despido por hoy, no sin antes dejaros un poquito de música. La preciosa escena de locura de Ofelia de la opéra lirique de Ambroise Thomas, Hamlet, estrenada en París en 1868. Natalie Dessay canta, cómo no, e interpreta el comprometido papel con maestría y entrega desmedida. Todo un bombón.



domingo, 7 de octubre de 2007

::pues a mí me gusta::


El Teatro Real cumple esta semana 10 años de trayectoria desde que se reabriera en 1997 después de varios años de obras y más de una polémica en torno a los presupuestos desorbitados que fueron creciendo y creciendo a medida que avanzaban los meses. Pero bueno, se abrió el Real, y todos recordamos ese precioso programa doble con que se inauguró, El sombrero de tres picos junto a La vida breve, ambas de Manuel de Falla y que ójala hubieran sentado precedente para una mayor presencia del repertorio clásico español en lo venidero. No ha sido así, pero no me quejo del todo.

En diez años el Real ha ido creciendo y aunque aún podamos poner muchas pegas a sus programaciones creo que nos vamos acercando, poco a poco, a lo que se supone debe ser un gran coliseo de ópera al nivel de cualquiera europeo: temporada variada donde convivan repertorio clásico, moderno, contemporáneo y español... un nivel artístico en intérpretes y directores musicales y de escena intachable... acercamiento del teatro a "la calle", a los más jóvenes... etc, etc...

Creo que se está consiguiendo. Los jóvenes que quieren ver ópera pueden hacerlo, con entradas como muy caras a 14 euros en el ya popular "último minuto". El Real sale a la calle en numerosas ocasiones -jornadas de puertas abiertas, noches en blanco, conciertos y proyecciones en la Plaza de Oriente-, a lo largo de las últimas temporadas ha incrementado su oferta pedagógica e infantil... en fin, una serie de elementos que han hecho que "El Real" haya vuelto a formar parte d ela vida social y cultural más plena de la ciudad de Madrid. El Real de hoy es el Real de Miau o de Fortunata y Jacinta pero en pleno siglo XXI. Un teatro de solera y hasta, diría yo, "castizo". No será tan bonito como el Liceu, pero oye, "el Real" es "el Real" y los madrileños podemos estar orgullosos de él, por su gloriosa historia y por lo que ahora significa y puede llegar a significar.

Apoyo la temporada actual, 2007-2008, a pesar de que muchos echan en falta algún Verdi, Donizetti o Puccini -no digo un Bellini porque no se representa desde hace nueve años y pocos han dicho nada hasta ahora-. Tendremos ópera "moderna" y contemporánea (destaco porque me encantan el Janacek y los Britten), romántica (Tristán e Isolda, La Gioconda, Tancredi), clásica (Idomeneo, La clemencia de Tito, Orfeo y Euridice...). Una ópera de un español pero de corte y cantada en italiano, El cascarrabias de buen corazón, de Martín y Soler. En fin, un poco de todo. Con lo que nos deberíamos quedar es con que el aficionado a la lírica podrá escuchar, entre óperas escenificadas, semiescenificadas y en concierto, una veintena de títulos en esta temporada. Y todo esto en diez años... Eso sí, ¡exigimos más zarzuela y la entrada de opereta en sus programaciones, que ya va siendo hora!

¡Ya podía aprender del Real el Teatro de la Zarzuela!... Cierto que el presupuesto no es el mismo, si me apuras hasta el enclave del teatro hace mucho, pero no es excusa en cualquier caso. Es un problema de gestión, es decir, ¡de mala gestión! Mientras en la Zarzuela sigan nombrando a dedo a sus directivos por ser la familia del novio de menganito así andaremos de mal -cuatro producciones al año y, bueno, sí... este año cuatro conciertitos líricos-.

Felicidades al Real y a los que le hacen posible.

P.S.: ¿Cuándo podremos ver de nuevo la Aida en el Real?, teniendo en cuenta de que es la obra más representada de este teatro, casi su ópera fetiche, y que a mí me encanta, jeje, ya va siendo hora de reponerla o, por ejemplo, traer el paseadísimo montaje del Liceu basado en la escenografía de Mestre Cabanés de 1945. Os dejo a Kraus con el popular aria "Celeste Aida":




Quien quiera saber más sobre el concierto que se dará el jueves para festejar el evento aquí le dejo un link con el "solemne" programa.

miércoles, 3 de octubre de 2007

::la mujer en la zarzuela - últimas heroínas::

Con este post daré fin a la serie de heroínas que inicié a principios de septiembre y que, vaya, ya va siendo hora de terminar. He hablado de varias de mis preferidas, de Adriana, de Mélisande, de Lucia, de Salome... pero no he hablado de mis verdaderamente preferidas, de las auténticamente heroínas: las protagonistas de muchísimas zarzuelas, de muchos sainetes líricos. Hablo de la mujer trabajadora que, más o menos ensoñada por unos libretistas burgueses, varones y heterosexuales, configuran un mosaico de emociones de carne y hueso, de penas y miserias, de alegrías y alborozos.

No hablo ni de Francisquitas, ni de Luisas Fernandas. Hablo de Marola, tabernera en un puerto lejano, de Mari Pepa, chulapona planchadora, de Ascensión, que nos vende flores en La del Manojo de Rosas, de Aurora, alfarera a la que cantan parrandas bajo la ventana...

... pero hablo, por encima de todas, de una criatura sinpar: Pilar, protagonista de una de las más imponentes zarzuelas: Gigantes y cabezudos, con libro de Miguel Echagaray y música de Fernández Caballero (El dúo de La Africana, La viejecita, Los sobrinos del Capitán Grant...).

La obra se estrenó en noviembre de 1898, en un Teatro de la Zarzuela lleno hasta la bandera por burgueses y no tan burgueses que habían visto roto en pocos meses el sueño del gran quijotismo español. España, que no es mala pero tampoco sabe ser buena, con el Desastre Nacional, se dio a sí misma la puntilla definitiva. Un país que se quedaba más hambriento, pobre, solo y avergonzado que nunca. Pero eso sí, un país que no se resistía, que oiga señores, que aquí no pasa nada y que hay que comer y sobrevivir. Así lo entendía la gente humilde, los que realmente sinitieron en sus carnes la puñalada de la guerra. Si no fue en Cuba, fue en Filipinas... y a quien no le tocó pues pronto le llegaría "su" Africa.

Pilar es verdulera. Tiene su puesto en una plaza cercana al Pilar de Zaragoza. De honrado corazón se presenta voluntaria para representar a las vendedoras en el Ayuntamiento y protestar por la subida injusta de los presupuestos (¡un 100%!). Pero las desdichas de Pilar no terminan ahí. Es analfabeta, como el 70% de las mujeres españolas a finales del XIX, y un policia malasangre la engaña al leerle las cartas que su novio, desdichado, la envía desde Cuba de donde no ha podido regresar todavía.

La serie de calamidades por las que Pilar pasa -que a veces nos hacen esbozar una sonrisilla por no llorar- van in crescendo, como la inolvidable jota que entonará en el climax de la obra durante las fiestas del Pilar y que nos recuerda que aún por mucho mal que nos esté pasando ahí estamos los maños -y digamos por expansión, los españoles- siendo gigantes y cabezudos:

Luchando tercos y rudos
grandes para los reveses
somos los aragoneses
gigantes y cabezudos.

La zarzuela tiene final feliz. Su Jesusico regresa y aunque ella no sepa leer formarán una familia que entre los dos (ojo, entre los dos... que se lo digan a cualquier pavisosa de ópera) sacarán adelante. Por ser gigantes y por ser cabezudos, por ser honrados y trabajadores. Así fueron tantas y tantas protagonistas de zarzuelas... así fueron tantas y tantas españolas, mujeres trabajadoras a las que, aunque no estemos a 18 de marzo, dedico este post.

Para terminar os invito a que escucheís la preciosa romanza de Pilar en la que se lamente por no saber leer las cartas que le envía Jesús desde Cuba... "¿por qué, Dios mío, no sé leer?".



Esta es su carta
es el cartero después del otro
lo que más quiero.
Tardó la carta
cerca de un año.
Vive y me quiere
mi pobre maño.
¿Qué me dirá?
Vamos a ver.
¡Por qué Dios mío no sé leer!

Si no doy esta carta a leer
lo que escribe yo voy a ignorar,
mas no debe ninguno saber
lo que el chiquío le cuenta a Pilar.

Me leen sus cartas mal
y deprisa y acaban siempre
muertos de risa.
Que esas se rien no puede ser.
¡Por qué, Dios mío no sé leer!

Las cuatro caras llenas están,
ésta es su firma
¿qué me dirá?
Me dirá que me quiere de veras,
que soy mona y rica,
me dirá que al rezar
no se olvida de la Pilarica.

Me dirá que esta hambriento
y sediento y enfermo
y cansado y que va por maniguas
y charcas sin pan ni calzado.
Me dirá que ni Cuba es hermosa,
ni dulce la caña
y que piensa en su pobre baturra
que llora en España.

¿Dirá otras cosas?
Bien puede ser.
¡Por qué, Dios mío no sé leer!

Tal vez su vuelta me anunciará.
Tal vez enfermo se encontrará,
y ¡ay Dios! a verle no vuelva ya.
Duda cruel ya no asaltó
y hace latir mi corazón.
Qué me dirá
Yo no lo sé,
¡Por qué, Dios mío no sé leer!

martes, 2 de octubre de 2007

::vuelta a clase... la única solución... el champán::

Re-la-mi-do... re-la-mi-do... las lecciones de solfeo pueden acabar siendo tediosas... Mientras mi amigo Javi me ayuda a buscar solución estética para mi blog he regresado al antiguo formato para poder desahogarme de vez en cuando por estos lares.

Hoy empezarpn las clases en la universidad y creo que la musicología va a absorber mis tardes a pasos de gigante. Me quedo todos los días a comer en Ciudad Universitaria así que doy las gracias a los horarios antipedagógicos donde los haya del departamento. Horarios elaborados a la medida de los maestros, no de los alumnos. ¿Que se dan cinco horas seguidas con el mismo profesor de dos asignaturas espesísimas? ¡¡Qué más da, hombre!! Es que oye, es una eminencia.

No cuela.

Re-la-mi-do... re-la-mi-do... Yo sigo con mis niños y mis clases particulares de solfeo y piano... llueve y llueve, menudo día. Siguen cantando y aporreando el piano (¿por qué no elegirían los padres como instrumento la pianola y el organillo?). En fin, qué tiempos los del Conservatorio María Cristina, cuando enseñaban Arrieta, el ilustre compositor de Marina y Emilio Serrano. En mis tiempos (finales de los noventa... principios de siglo XXI) aprendíamos con métodos escritos en los años 20 de Conrado del Campo y cía... uhm... creo que el Conservatorio tampoco es ejemplo de pedagogía... ¡Agggg!

RE-LA-MI-DO
RE-LA-MI-DO...

Siempre nos quedará el champán... Ay, ¡qué noche la del viernes!... Von Otter haciéndose la borracha en la maravillosa Pericola de Offenbach. El aria-mazurka de la borrachera.


domingo, 23 de septiembre de 2007

::mis heroínas preferidas (V) - salomé::

Oscar Wilde pensó su inolvidable y anfibio personaje para "la Divina", para Sara Bernhardt. El personaje, como todos los que creó la actriz inglesa se convirtió en un icono de su época, en un icono del mal, de un siglo XX sanguinario que estaba a punto de comenzar (1893). Salomé es la profanación de lo más sagrado, la ruptura con todo lo anterior. Uno de los personajes femeninos más transgresores del imaginario de nuestra cultura y protagonista de una obra de teatro "maldita" que no se pudo representar en Inglaterra hasta medio siglo después de la muerte de Wilde.

Richard Strauss (compositor de las óperas El caballero de la rosa, Elektra, o el poema sinfónico Así habló Zaratustra) vio una representación alemana de la Salomé de Wilde y se dijo: "aquí hay chicha para un operón". Lo escribió, sobre traducción y ligera adaptación del texto inglés, y se estrenó en Dresde en 1905. El escándalo fue monumental. La música era demoledora para los oídos de la época, aún poco acostumbrados al primitivismo musical. En Viena y Londrés fue retocada y pasada por censura para poder estrenarla. En Nueva York directamente suspendieron las funciones ante el ruido provocado por los alborotadores en la noche del estreno. En España fue un aunténtico revulsivo y conmocionó al ambiente musical de la época como años antes habían hecho los poemas musicales de este genio de Munich.

Versiones buenas de Salomé he visto varias en Youtube... de la escena de los siete velos, del dúo con Yokanaan (Juan el Bautista)... pero hoy os dejo -para reírnos un poco- una versión absolutamente rompedora de un loco de Internet que se hace vídeos-playbacks recreando su mundo musical predilecto (la gran ópera del XX y el sinfonismo romántico). Su rostro, por momentos, nos puede remitir a la Bernhardt que ójala hubiera vivido más para poder grabar en vídeo a su inolvidable personaje. El vídeo lo selecciono, además, porque tiene subtítulos en inglés y podemos enterarnos de lo que nos cuenta la bailarina lúbrica y sanguinaria antes de que el rey Herodes ordene su ejecución.

Con todos ustedes, Salomé frente a la cabeza decapitada de El Bautista (agárrense a los asientos.)


sábado, 22 de septiembre de 2007

::la noche en blanco en cuchilleros::

Doña Francisquita, comedia lírica de Federico Romero y Guillermo Fernández Shaw. Música de Amadeu Vives. Acto III. Cuadro II.

Patio de una casa. En el lateral izquierdo, una puerta que comunica directamente con la calle. En el fondo de la planta baja, puerta central que da acceso a un salón y una ventana a cada lado. En la planta alta, corredor volado, y, en él, una o dos puertas, del piso entresuelo. En el lateral izquierdo, escalera que une el corredor con el patio. Bancos convenientemente distribuidos. Varios faroles de aceite encendidos. Por encima de la tapia que cierra el lateral derecho, luz de luna.

Esta es la acotación que da comienzo a un cuadro noctámbulo como pocos. Los madrileños de los años 30 del XIX, del Madrid fernandino, se daban cita en el Baile de Cuchilleros, cercano a la famosa puerta de la Plaza Mayor, para bailar, reír, beber y quererse toda la noche.

Entre ellos, Aurora la Beltrana, célebre tonadillera del Teatro de la Cruz que se arranca a cantarse el maravilloso "Bolero del Marabú". Sirva, de paso, como homenaje a la inolvidable Emma Penella.



Un romántico - ¡Bravo! ¡Bien por la Beltrana!

Otro- ¿Y no se baila el fandango?

Otro- ¿Cómo que no? ¡Venga el baile!



Esta noche es "La noche en blanco". Un año más el Ayuntamiento se olvida de una de las manifestaciones musicales más netamente madrileñas y no hay nada de nada de zarzuela en el programa. Con esta orgía musical que es el cuadro del Cuchilleros en Doña Francisquita por lo menos podemos imaginarnos una noche del Madrid romántico... lleno de parejas furtivas, serenos cantando las horas y algún rasgueo de guitarras y cantes boleros a lo lejor.

Porque mi noche de ayer fue lo más parecido a todo esto, pero en 2007... ¡vaya por todos ustedes y por tí especialmente! Porque esta noche "en blanco" sea para todos inolvidable y porque el año que viene, "algo", aunque sea poquito, nos den de buena música.

martes, 18 de septiembre de 2007

::está escrito en las estrellas::

La opereta es lo que tiene. Magia, ilusión y a veces más de una lagrimita. Quiero hablaros hoy de Giuditta, una de mis obras preferidas de este género y que contiene algunos de los momentos más bellos y sobrecogedores de los que escribiera su eminente autor, Franz Lehár. El compositor de El país de las sonrisas o Eva puso la doble barra final a su carrera con esta opereta de 1934 en la que intentó, una vez más, acercarse a lo operístico pero sin olvidar que escribía para un gran público que ansiaba de él sus arrebatadoras melodías de opereta que a todos gustaban y a todos llegaban. Giuditta se estrenó en la Staatsoper de Viena, no en un teatro de opereta. No gustó mucho al principio; cuando la obra llegó a las salas opereteras fue un exitazo y se ha mantenido en cartel hasta hoy en día.

Para algunos estudiosos del asunto Giuditta es la obra maestra de Lehár. Yo no diré tal. Más "auténticas" y absolutamente redondas son El conde de Luxemburgo o La viuda alegre. Sin embargo, en Giuditta el maestro andó muy pero que muy acertado. El argumento es bastante triste, como venía siendo habitual en las operetas de a partir de los años 20, cada vez más melancólicas y decadentes. Sus autores soñaban con un mundo que desde la 1ª Guerra Mundial había desaparecido y al que nunca podrían regresar. Giuditta vive en algún lugar medio desierto, medio exótico, de la costa mediterránea africana. Allí conoce a un militar, Octavio, al que adora y con el que comienza una relación. Octavio es llamado a la tropa y debe abandonar a Giuditta; ésta le ruega que se haga desertor y que no la abandone como han hecho todos los hombres a los que ha amado. Octavio huye y ella decide cantar en un cabaré de la zona. Octavio volverá pero ya nunca podrán volver a quererse bien y la obra termina con un sabor bastante agridulce.

Pero hoy estoy muy contento y no quiero contaros penas. Os cuelgo un vídeo maravilloso de Ana Netrebko cantando ¡y bailando! la romanza de Giuditta en la que relata a los espectadores del cabaré lo candoroso de sus labios y la necesidad que todos tenemos en la vida de besar y amar. Está escrito en las estrellas. Atención a la introducción y a los acordes andalucistas que teóricamente avocarían a los vieneses los sones de la música norteafricana. El estribillo de la canción es realmente irresisitible, uno de los valses más bellos de los que he escuchado nunca.

Besad y amad.


lunes, 17 de septiembre de 2007

::este jueves, un chotis en la filmoteca::

Yo, como siempre, proponiendo planes y arreglando las tardes-noches al personal. En esta ocasión os quería decir que el jueves que viene, día 20 de septiembre, a las 10 de la noche en la Filmoteca tendremos los que estemos por los madriles la ocasión de ver la película Rosa de Madrid.

El título seguramente os suene, pero no por el film -que nunca se ha pasado por televisión-, sino por el mítico cuplé-chotis que empieza con eso de "Nacida en el Madrid de la Bombilla..." y que tiene uno de los estribillos más irresistibles de cuantos cuplés existan: "Y decían al mirarme tan dichosa, es Rosa de Madrid, es Rosa de Madrid...". De esta canción os cuelgo mi versión preferida, la que grabase Margarita Sánchez a principio de los años 50. La canción había sido creación de la gran Merceditas Serós, rival de Raquel Méller, y sus autores eran Soriano y Luis Barta. La letra es de Luis Fernández Ardavín, quien escribiera la obra de teatro homónima estrenada en el Arriaga de Bilbao en 1925. En la cinta actúa una jovencísima Conchita Montenegro, la primera española en conquistar Hollywood, una primera Penélope Cruz morena y de ojazos negros que se dedicó a escandalizar al mundo entero con pelis subiditas de tono y donde solía encarnar papeles de mujer fatal. En su memoria, ya que murió el pasado mes de abril con casi 100 años de edad, la Filmoteca programa esta película.

Rosa de Madrid, la obra de teatro, la peli de 1926 y el cuplé, nos cuenta la historia clásica de la mujer que siendo buena se pierde por cosas de la "dibilidaz". Luis Fernández Ardavín, de paso, aprovecha para escribir uno de los actos de amor a Madrid más decadentes pero con más encanto de época de cuantos se hayan escrito. Ardavín posee un verso desmesuradamente elegante pero a la vez de fácil comprensión y coloquialidad. La película es muda, la dirigió su hermano Eusebio Fernández Ardavín, uno de los directores referentes del primer cine español, y supongo que será rigurosamente fiel a la obra original pero cargada de los detalles geniales con los que este director solía colorear sus filmes (maravillosas sus panorámicas sevillanas en La reina mora.) El papel de la familia-emporio Ardavín en la prehistoria del cine español es interesantísimo; fueron productores, guionistas, directores y cartelistas de decenas y decenas de filmes, la mayoría de rotundo y memorable éxito como La bejarana -de nuevo una adaptación de un libreto de Luis- o El negro que tenía el alma blanca que llegó a tener un remake en los años 30 con Conchita Piquer como protagonista.

Ya lo sabeís, si quereís daros un paseito el jueves por el Madrid de los locos años 20, tararear el "Soy Rosa de Madrid, soy Rosa de Madrid" y, si eso, hasta emocionaros con la historia de Rosa, Miguel y Enrique, pues pasaros por la Filmoteca y disfrutad de una cinta que no todos los días uno puede ver. Yo, después de soltaros todo este rollo, confieso que no podré ir a verla porque el mismo día tengo la primera asamblea de curso de liberACCIÓN, así que desde el Marx Madera, donde nos reunimos, nos bailaremos un chotis en vuestro honor. Espero que si alguien va a verla nos deje aquí sus comentarios cupleteros.