lunes, 3 de septiembre de 2007

::mis heroínas preferidas (II) - mélisande::

Había una vez un reino llamando Allemonde… en un bosque muy oscuro se encontraron una tarde Golaud, el príncipe heredero del rey Arkel, y Mélisande, una doncella que no se sabe de dónde viene ni porqué se encuentra así, mirándose en el manantial mientras llora. “Ne me touchez pas!… Ne me touchez pas!” (¡No me toques!... ¡No me toques!). Mélisande es duda y certeza. “Me han hecho daño… todos me han hecho daño”. ¿Quién es? ¿Por qué llora?

El príncipe Golaud decidió llevarla a su fortaleza y hacerla su prometida con el consentimiento de los reyes. Ella será quien sustituya a la princesa que murió dejándole a un hijo, Yniold. Pero la fatalidad y el Manantial de los Ciegos, envuelto en sombras, llevan a Mélisande a un amor fatal con el príncipe Pelléas…

A partir de aquí Debussy desarrollará la que es una de las más bellas y sobrecogedoras óperas nunca escritas. Mélisande es como el último gemir de un llanto nocturno… es luz y es sombra, es la duda eterna, el sol y la luna en constante brillar y nublarse. Golaud, símbolo del deber social y de lo que Mélisande debe respetar –el macho que la ha salvado de su pérdida en el bosque- terminará atravesando con su espada a su hermano Pelléas… Justo antes se alcanza el gran climax de la ópera, en un dúo de amor en constante crecer y en el que nos recreamos anta la poesía desnuda y simbolista del libreto de Maeterlinck.

Mélisande – Yo también te amo… (…)

Pélleas- Se diría que tu voz ha pasado por el mar de primavera (…) ¡Tu boca! ¡Tu boca!

Mélisande - ¡Sí! ¡Sí!

Pélleas- ¡Todas las estrellas caen sobre mí!

Mélisande sólo sabe decir ante el cadáver de Pélleas “No tengo valor, no tengo valor…”. Morirá al poco tiempo, dando a luz a una princesa y sin decir nunca “la verdad”, a verdado que Golaud la pide insistentemente a lo largo de toda la obra y que nunca llegará a escuchar de sus labios. “Es el turno de la pobre pequeña”.

Desde lo más profundo se desarrolla este cuento de símbolos y olor a susurros que Debussy estrenó en 1902 (¡el mismo año de “Adriana Lecouvreur”!) en la Opèra Comique de Paris. El escándalo fue monumental por cierta escena en la que Yniold ve subido en los hombros de su padre a Pelléas y Mélisande haciendo el amor y lo describe a su padre cornudo -muy poéticamente, eso sí-. El escándalo, realmente, se debió a un libreto que destrozaba los pilares sobre los que se sostenía la sociedad francesa liberal y burguesa de principios de siglo. La música de Debussy resultaba demasiado exquisita, demasiado importante para una sala donde se esperaban obras frívolas y fáciles de entender.

Hablando sobre esta ópera, mi favorita quizás… y escuchando a una de mis heroínas preferidas me despido por hoy… Dejaros llevar por su irresistible encanto y voluptuosidad. Cuelgo el vídeo de uno de los encuentro de los míticos amantes… ella canta una canción y él quiere acariciar sus cabellos…

1 comentario:

RGAlmazán dijo...

Amigo Sastre. Antes que nada feliz día (no digo de qué ya que no quiero desvelar intimidades).
Veo que va Vd. de heroínas. Me encantan. Siga, siga, ese camino puede llevar lejos.

Salud y República