miércoles, 5 de septiembre de 2007

::mis heroínas preferidas (III) - lucia di lammermoor::

En ópera hay heroínas que con decir su nombre, sin su apellido, ya está todo dicho. Decir Lucía es decir Lucia de Lammermoor, enrevesado título que es, para mi gusto, una de las cumbres del belcanto italiano y sin duda una de las tres mejores ópera de Gaetano Donizetti. Es, al menos, junto a El elixir del amor su obra más "mítica", por la que más se le recuerda y canta por el mundo. Hay melodías de Lucía que a todos los aficionados a la lírica nunca se nos olvidarán y que vuelven a nuestra cabeza una y otra vez por mucho que pase el tiempo. ¿Por qué? pues porque es una obra genial, perfecta en su género; un modelo de melodrama italiano romántico dentro de la corriente estética que se denomina "belcanto" y que es, para los que no saben mucho de ópera, un estilo de escribir música en el que la voz es la absoluta protagonistas. En estas óperas quienes se lucen son los cantantes en sus enormes árias, dúos, concertantes... Donizetti, a pesar de ello, fue un finísimo orquestador y en esta obra se muestra especialmente sensible con detalles de arpa y de vientos madera.


Lucia es una obra de sensibilidad extrema. El libreto, de Cammarano, se basa en el drama La novia de Lammermoor de Walter Scott, una leyenda escocesa sobre una novia que en su noche de bodas asesina al hombre con quien la han obligado a casarse y aparece loca y bañada de sangre aún con su traje nupcial. La razón de su delirio es que ama a otro, a Edgardo, de familia rival a la suya y que le es, socialmente, prohibido. El amor entre ambos es fatal... la única solución es la muerte. Lucia acabará sucumbiendo. Edgardo, cuando se entera de su estado se da muerte con su propia espada.

Momentos memorables de esta obra, estrenada en Nápoles en 1835, son el aria de entrada de Lucia, el dúo de amor, el dúo entre ella y su hermano, el sexteto concertado de la escena de la boda... pero sobre todo la escena de la locura de Lucia, puro icono operístico. Ella, su vestido manchado y el puñal. Para el estreno Donizetti añadió a dicha escena una harmónica de cristal (este instrumento de vasos de cristal que aún hay quien toca por la calle) y así crear una atmósfera alucinante y alucinada, ideal para crear esa ilusión de delirio hasta para quienes escuchan los trinos y escalas de la pobre Lucia desde sus butacas. Sin embargo muchas veces, casi siempre, se ha sustituido la harmónica de cristal por una flauta travesera pues, dicen, que el efecto en la sensibilidad era tan grande que llegabas a sentirte mal en tu asiento y que las damas más cursis se desmayaban. Yo, la verdad, creo que se debe más a la dificultad hoy día de encontrar a un buen tañedor de tán curioso instrumento callejero.

Mi Lucia predilecta en lo teatral sería Maria Callas, de una profundidad asombrosa y con una manera de decir el texto que eriza el vello a cualquiera (cómo no recordar su "al fin son tua... al fin sei mio" cuando en la escena de locura sueña que se está casando con Edgardo.) Mariella Devia -que ya se ha despedido del rol para siempre en su despedida de la Scala- fue una maravillosa Lucia. Considerables las de Sills o Sutherland. Pero buscando vídeos en el Youtube para dejaros uno me he encontrado con la de Natalie Dessay, soprano ligera francesa que sin cantar muy maravillosamente interpreta el momento con una sensibilidad exquisita. Espero que delirís con ella... por cierto, es en la versión francesa y tiene dos partes.



2 comentarios:

RGAlmazán dijo...

Amigo sastre, una Lucía emotiva y bella.

Salud y República

Anónimo dijo...

Querido KiKe.¿Para cuando abordaras "tus " heroinas de zarzuela.Un abrazo.Marisa