sábado, 23 de febrero de 2008

::la zarzuela NO es mía::

En esta tarde seábado me apetece escribir y divagar sobre un tema que me apasiona como sabreís los frecuentes de este blog: la zarzuela. Más en concreto quiero hablar de una expresión que de tanto leerlo o escucharlo ha terminado por resultarme fatigoso y completamente despreciable: "nuestra zarzuela".

Peña y Goñi en su imprescindible estudio para aficionados y estudiosos del tema, La ópera española y la música dramática en España en el siglo XIX (publicado en edición facsimilar por el ICCMU,) se lamentaba profundamente por la impropia utilización del término "zarzuela" cuando los Barbieri, Arrieta y Gaztambide se lanzaron a la aventura de reconstruir y dar forma de nuevo al edificio del teatro musical español de mediados del XIX. Obras como Jugar con fuego, El juramento, El postillón de la Rioja o más tarde La tempestad, supusieron la respuesta por parte de autores españoles ante la invasión del italianismo -esa "boa constrictor" según Peña y Goñi- patente en las instituciones del Teatro Real y del Real Conservatorio de Música María Cristina, a la sazón reina napolitana.

Zarzuela como recuperación de ese concepto barroco de festival teatral con música en el que partes habladas se sucedían con otras tantas cantadas. Re-idealización de los Nebra o Rodríguez de Hita del XVIII pero de mira obtusa y limitada. Zarzuela fue un término aceptado por todos pero que supuso la crucificación de un género que siempre se vestiría como la hermana pobre y llorona de la ópera. En pleno 2008 aún hay personas que con valiente ignorancia insisten en decir cuando van a ver una zarzuela: "¡si se puede comparar a cualquier ópera!". Es el eterno absurdo; el infinito papanatismo del español.

La historia de la música en España hubiera sido muy distinta de haber adoptado el término "ópera cómica". En Francia, cien años antes, la opèra comique frente al dominio italiano, terminaría imponiéndose como cimiento ideal para un teatro musical que daría en dos siglos joyas como los Boieldeu, Offenbach, Massenet o Poulenc. Claro, que para eso hay que creer que es posible y tener el apoyo de las instituciones. En España casi nunca fue así y fuimos poco a poco cerrando nuestro círculo de acción e interés hasta llegar a acuñar el fatal título de "nuestra zarzuela". ¿Zarzuela de quién, sólo de los nacidos en España? ¿qué ocurre con el inmenso patrimonio zarzuelístico cubano, mexicano, argentino, uruguayo, venezolano, también es "nuestra zarzuela"?

Un amigo inglés muy aficionado al género me comentaba "¿por qué siempre se dice nuestra zarzuela, no es mía también en el momento que la disfruto y estudio?". Una persona que ha llegado a montar en London City un montaje de La del Manojo de Rosas con el título de The girl with the roses. No hace falta hablar de que la falta de prejuicios y sobre todo de complejos hace mucho a su favor.
En España no: nos empeñamos en seguir tratando a esta niña tonta y cojita llamada "zarzuela" como nuestra. La pobre nos ha salido rana y golfa, ¡qué se le va a hacer! Mientras siga vistiéndose de manola o chulapa bien, como intente sobrepasarse y creer que puede llegar a tener proyección internacional o vestirse con una propuesta escénica acorde a los tiempos... mal, mal, mal. La damos una paliza y la encerramos en su cuarto durante unos meses soportando ideas de la perversión de La Fiesta Nacional en la Zarzuela, ideada y pagada por esa Fundación de la Zarzuela Española (¡y olé!) que viene a ser agujero negro por donde la constructora OHL se desgraba un dineral todos los años. Dicha fundación, además de idear espectáculos trasnochados para nuestros tiempos publica una no menos decadente revista, La Zarzuela, de título originalísimo y contenido basurero en la mayoría de ocasiones. Alguna vez ha amenazado con montar en un teatro de Madrid zarzuela "como Dios manda", léase, sin Bieitos o incluso Sagis de por medio. Supongo que llegará el día y que entonces se verá un teatro con edad de público media de 75 años que no creen en un género como éste... Teatro de Nuestra Santa y Gloriosa Zarzuela Española. Nos quedamos ahí.

En el Teatro de la Zarzuela se hacen cosas mejores, peores, pero en los últimos años se ha llegado a un punto de aceptabilidad e incluso brillantez con los montajes. El punto por resolver es el del diseño de repartos completamente satisfactorios -ideales, lo sé-, y terminar con la situación oficial en la que se encuentran para poder dar paso a grabaciones en CD y DVD de las propuestas de mayor interés. Por cierto, ¿es aguantable a estas alturas un coro de señoritas y señoritos de 65 años que cada uno canta y se mueve por donde le suele apetecer? ¿no se han dado cuenta todavía de que la OSM no se toma para nada en serio su lugar en el foso y que donde realmente quiere estar es en el Auditorio?

Poco más escribo por hoy. De fondo tengo La belle Helène, ¡cuánto sabía este Offenbach cuando llamó a sus grandes obras opèras-bouffes! Por hoy me despido renegando de la expresión "nuestra zarzuela", símbolo a día de hoy de los que no quieren ver más allá de sus narices, de esos papás tiránicos de una niña pobrecita. Os invito a que vayais a ver La Generala dirigida con brillantez en lo escénico por Emilio Sagi ... todo es cuestión de creer. Creer que no sea un producto macilento y decadente; creer que no es una imagen de marionetas muertas como como ésta:


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Mucha razón tienes...

Saludos,

Mariete.

Sindo dijo...

La verdad es que antes que nada, presneto mis saludos y respetos al creador de este blog.
Con respecto a sobre esa expresion, si es verdad que es una expresion que encierra un tufo demasiado a armario ropero y naftalina, cuando dentro de nuetro inmeso patrimonio lirico tenemos obras que podrian desplazar a mas de un astro.
Es verdad que offenbach tiene esa picardia, ese ingenio e incluso ese perfume alegre que recuerda al paris del imperio y de la vida alegre, pweo tenemos en nuestros archivos muchiiisimas obras que deberian ser resucitadas porque tienen muchas agradables sorpresa, pero desgraciadametne como dijo el gran amadeo vives, sobre el destino de nuestra cultura, y es que mientras que nuestra cultura se paseara cosechando exitos en viena, tokyo, paris, berlin y demás lugares, aqui en España seguira encerrada y se convertira en pasto de los ratones de catedral.
Por eso hay que re descubrir y sacar a flote muchos titulos y muchas obras y quitarle de una vez ese mladito traje y ponerle ropas nuevas y demostrar que tenemos galas y sobre todo una gran versatilidad, para ser desde la chica de barriomas sainetera y popular, hasta las grandes damas aristocraticas de las mejores operas y operetas.