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miércoles, 18 de febrero de 2009

::de paseo por viena::



Viena bailó encima de un volcán durante un siglo XIX en 3 por 4 en el que todos los sueños podían encerrarse en un gesto furtivo en el salón de baile. Una mirada con música de Johann Strauss II que vale oro y plata. Ostentosidad y ligereza de un imperio a punto de estallar.

Neu Wien (1870) es símbolo de las ilusiones temporales de un mundo en decadencia, es el grito de alegría antes de la muerte, es su penúltima borrachera. Gocémosla, sintiendo quizás (¡ay!), como dijo Berlioz, que un vals de Strauss es una música mucho más triste de lo que aparenta.

domingo, 30 de diciembre de 2007

::un ratón straussiano::

Llega la Nochevieja, un año más... uvas, champán, más turrón y valses del concierto de Año Nuevo. Bueno, valses ya no se bailan, aunque en mi casa, que somos un poco de otro mundo, tenemos la costumbre de poner el brindis de La Traviata cuando terminan las doce campanadas y así nos ahorramos las felicitaciones de Ramón García con su capa de tuno tunante y de Anne Igartiburu. Yo, además, este año iré con mis amigos a una fiesta surrealista de disfraces en la que dudo que suenen aires vieneses.

La familia Strauss y la Viena fin-de-siècle son una de mis debilidades musicales, ya lo sabeís de sobra. Hoy navegando por Youtube me he encontrado con un divertido capítulo de Tom y Jerry en el que precisamente se homenajea todo ese mundo. Aunque es en inglés creo que es de comprensión elemental, vereís como sí...

This is the story of a waltzing mouse (...) in the home of Johann Strauss [the Second.] ¡Divertios con little Johann!



¡ FELIZ AÑO NUEVO!

miércoles, 12 de diciembre de 2007

::lorca baila un vals::

Después de la arenga quasi-nacionalista de ayer -¡Por Dios, me he leido hoy y sueno a Peña y Goñi!-, he decidido relajar el tono y ofreceros un bombón; un auténtico encanto de praliné... un poema de Lorca ante el que es imposible no derretirse. Decadente, risueño, almibarado... irónico, sutil, ¡vienés en tres por cuatro...!

En Viena hay diez muchachas,
un hombro donde solloza la muerte
y un bosque de palomas disecadas.
Hay un fragmento de la mañana
en el museo de la escarcha.
Hay un salón con mil ventanas.

¡Ay, ay, ay, ay!
Toma este vals con la boca cerrada.

Este vals, este vals, este vals, este vals,
de sí, de muerte y de coñac
que moja su cola en el mar.

Te quiero, te quiero, te quiero,
con la butaca y el libro muerto,
por el melancólico pasillo,
en el oscuro desván del lirio,
en nuestra cama de la luna
y en la danza que sueña la tortuga.

¡Ay, ay, ay, ay!
Toma este vals de quebrada cintura.

En Viena hay cuatro espejos
donde juegan tu boca y los ecos.
Hay una muerte para piano
que pinta de azul a los muchachos.
Hay mendigos por los tejados,
hay frescas guirnaldas de llanto.

¡Ay, ay, ay, ay!
Toma este vals que se muere en mis brazos.

Porque te quiero, te quiero, amor mío,
en el desván donde juegan los niños,
soñando viejas luces de Hungría
por los rumores de la tarde tibia,
viendo ovejas y lirios de nieve
por el silencio oscuro de tu frente.

¡Ay, ay, ay, ay!
Toma este vals, este vals del "Te quiero siempre".

En Viena bailaré contigo
con un disfraz que tenga
cabeza de río.
¡Mira qué orillas tengo de jacintos!
Dejaré mi boca entre tus piernas,
mi alma en fotografías y azucenas,
y en las ondas oscuras de tu andar
quiero, amor mío, amor mío, dejar,
violín y sepulcro, las cintas del vals.