jueves, 6 de marzo de 2008

::entre la vida y la muerte hay una danza::

Entre dos siglos, el XIX y el XX, entre "lo viejo" y "lo nuevo", hubo una vez en Rusia personas como el coreógrafo Fokine y la mítica bailarina Anna Pavlova que creyeron que el ballet imperial debía renovarse desde dentro de su tradición y así prepararon -casi improvisaron- una de las joyas de la historia de la danza.

Contener las lágrimas es casi irremediable cuando uno ve por primera vez La muerte del cisne, un capricho coreográfico de apenas tres minutos sobre la música que el compositor frances Camille Saint-Saëns ideara para su cisne del Carnaval de los animales. Con esta danza se dio comienzo a una nueva etapa de la estética del ballet, más cercano ahora a un intimismo realista -no exento de elementos románticos-, y alejado de lo espectacular de los ballets imperiales de Petipa.

Desde su estreno en 1905 La muerte del cisne se convirtió en tarjeta de identidad de la Pavlova por todo el mundo, incluso en Madrid, donde bailó en el Teatro de la Zarzuela. Si quereis ver a la propia Pavlova bailando "su" muerte pinchad aquí. Por cuestiones de calidad de imagen y de sonido prefiero la versión, magnífica también, de Maya Plisetskaya. Una delicia que nos conmueve. Un suspiro agónico del que conoció la libertad y acepta con resignación su muerte aún sabiendo que es el ave más hermosa de la Tierra.

1 comentario:

Roberto dijo...

Realmente bello, amigo. No es de extrañar que Diaghilev se fijara en Fokine para los ballets rusos.

Un besote.