martes, 30 de octubre de 2007

::una de fantasmas::

Mañana se celebra la noche de Halloween, costumbre anglosajona de origen irlandes si no recuerdo mal que cada año se impone más en España por esta americanitis tan propia a todo el mundo occidental globalizado. Pero bueno, supongo que siempre ha sido así. Las costumbres se transforman en función de una sociedad que las hace y da sentido. No lo critico, aunque echo de menos una buena función del Tenorio en la corte llegada la fecha. Este año, por lo que he visto en la cartelera, sólo en Alcalá de Henares se montará, como cada año en dicha ciudad, la inmortal obra de Zorrilla. Una pieza teatral de relativo valor literario pero que, reconozcámoslo, tiene la fuerza, el vigor de lo decadente, de lo románticamente imposible.

El Tenorio de Zorrilla, drama fantástico-religioso, al final va al cielo, pero no así el que hoy os propongo... Hablo del Don Giovanni de Lorenzo da Ponte con música de W. G. Mozart. Sus autores lo denominaron "dramma giocoso", aunque normalmente los directores suelen afrontarlo más por lo dramático que por lo que tiene de scherzante o giocoso. La escena que os cuelgo no puede ser otra que la del convidado de piedra. La versión es la clásica del Festival de Salzburgo de 1954 con Fürtwangler en el foso. Reparto de lujo aunque lamento la dirección musical tan sumamente lenta y pesada. Aún así le da al cuadro un algo de patética solemnidad muy propio. Disfrutadla...

Después de tanto terror concedamos una nota de perdón a nuestro héroe (¿o es antihéroe?) sevillano con los últimos versos de Zorrilla:

¡Clemente Dios, gloria a Tí!
Mañana a los sevillano
aterrará el creer que a manos
de mis víctimas caí.
Mas es justo: quede aquí
el universo notorio
que, pues me abre el purgatorio
un punto de penitencia,
es el Dios de la clemencia
el Dios de Don Juan Tenorio.

(Cae Don Juan a los pies de Doña Inés, y mueren ambos. De sus bocas salen sus almas representadas en dos brillantes llamas, que se pierden en el espacio al son de la música. Cae el telón)


martes, 23 de octubre de 2007

lunes, 22 de octubre de 2007

::que mi nombre no se borre de la historia::

Ayer acudí al cine a ver la película recién estrenada de Martínez-Lázaro Las 13 Rosas. ¿Qué decir de ella si aún la emoción me aprieta en la garganta cuando rememoro la mayoría de sus escenas? Como película es muy notable. No creo que se pueda contar mejor y mantener el interés por una historia de la que todos conocemos el final mal que nos pese. El único "pero" que le pondría al filme serían los títulos de crédito, quizás más televisivos que cinematográficos, pero vamos, una delicia de película con unas interpretaciones soberbias de la primera a la última -sería injusto ponerme a decir nombres pues quizás olvidase más de uno-. No podeís dejar de ir a verla.

Pero además no se puede dejar de ir a verla por los valores ya méramente históricos y documentales de la obra. Parece mentira que aún en 2007 haya gente que se escude en argumentos banales para querer echar atrás una Ley por la Memoria Histórica o que aún haya gente que te diga que si la guerra empezó porque ya se estaban pasando los rojos o si no sé qué de 1934 o no sé cuanto de "pues a uno de mi pueblo...". A toda esa indecencia de chusma derechista, a toda esa gentuza, hijos de pistoleros y golpistas en gran parte, ignorantes muchos y dirigentes de un Partido Popular cuyas raices se hunden en la más oscura etapa de nuestra historia reciente, se les puede decir que vayan a ver películas como Las 13 Rosas; la verdad duele y te da un golpetazo en la cara cuando ves historias como las que nos cuenta el director de este largometraje.

Por el digno recuerdo de una España que nunca nos contaron bien y que los jóvenes estamos obligados a conocer; para reivindicarla y luchar por recoger y hacer crecer la semilla que plantaran los demócratas en ella. Porque no queremos repetir las atrocidades del pasado, vaya mi recuerdo por las 13 Rosas Rojas.

-Os recomiendo este pormenorizado artículo sobre el asunto y la película de Jesús Ruiz Mantilla.
-Para saber más sobre las 13 Rosas no dejeís de leer el resumen de su tremenda historia, simbólica y dolorosa, en la wikipedia.

domingo, 21 de octubre de 2007

::desde las profundidades de castilla::

De lo más profundo nació la música de una zarzuela de la que hoy no nos acordamos muchos: El cantar del arriero con melodramático y a veces folclórico libreto de Adame y Torrado y música, que huele a barro y a caminar de los bueyes, de Díaz Giles. En ella se ve el polvazo del llano, el lejano perfil de las montañas... a veces un poco de aroma de tomillo pero, en seguida, volvemos a la realidad del camino incesante del arriero.

Se estrenó en 1930 en el Teatro Victoria de Barcelona y en mayo de 1931 en el Calderón de Madrid. Desde entonces en la zona del levante se ha puesto en infinidad de veces pero en Madrid nunca llegó a cuajar. Quizás en la Corte se estaba ya un poco cansados de la alpargata o quizás se tenía como precedente una alpargata de tan fina factura como La rosa del azafrán (Romero-Shaw-Guerrero)... El caso es que desde aquí reivindico la música de este zarzuelón cuyo argumento completamente desarrollado podeís leer aquí y que por cortesía de una amiga podemos decargarnos todos en el siguiente enlace:

El Cantar Del Arriero.zip (53.39 MB)
http://www.megaupload.com/?d=EG8BWHVI

DOLORES CAVA (Soprano).....................Mariblanca
JULITA BERMEJO (Tiple cómica).............Gloria
MANUEL AUSENSI (Barítono)................Lorenzo
CARLOS MUNGUÍA (Tenor) ...................Anselmo
GERARDO MONREAL (Tenor cómico).......Braulio
GREGORIO GIL (Tenor)........................“Cigüeño”
CORO CANTORES DE MADRID................Dr. José Perera
ORQUESTA SINFÓNICA..........................Dr. Benito Lauret


Lago de Sanabria, en cuya zona transcurre la acción de El cantar del arriero

domingo, 14 de octubre de 2007

::se busca chulapona::




(Sale un actor a telón corrido y dice)

¡Madrid, el viejo, se está muriendo!
¡Nos abandona! ¡No volverá!
¡Se fue educando y enriquecido,
y poco a poco fue decayendo
de tal manera, que no es él ya!
Ya no es el que era. Salió de viaje
y trajo un aire muy parisién.
Gusta del wiski y el maquillaje,
chuta, boxea, cambia de traje,
y es una estampa de un magasén.
El boticario de la Paloma
se ha vuelto un barman de bulevar,
y los narcóticos de su redoma
-opio y morfina que fuma y toma-
son el reclamo para su bar.
Madrid, hoy pálido, tiene una mueca
muy "siglo veinte", muy "gran hotel";
y el efebismo de una muñeca
que no se sabe si, cuando peca,
es una fémina o es un doncel.
Vendió su alma por lo aparente
de una mundana modernidad,
pues ignoraba -¡pobre inocente!-
que iba a vestirse grotescamente,
con el deshecho de otra ciudad.
Era un romántico y era pequeño...
Muy galdosiano, muy de café.
Y en la tertulia, siempre risueño,
descabezando su fácil sueño,
se deleitaba con el rapé.
Pero, de pronto, sintiose un día
la convulsiva renovación,
y la anticuada litografía,
llena de suave melancolía,
es un cubista chafarrinón.
Y ahora, medroso y acobardado
de su romántica antigüedad,
Madrid, el viejo, se ha extraviado
y anda sin rumbo por la ciudad.
Madrid ha muerto. Se alza en un revuelo
cuando el entierro se oye pasar,
y entre los flecos de su pañuelo,
pálida y llena de desconsuelo,
la Revoltosa rompe a llorar.
Y arrodillándose triste y llororsa,
trágicamente tira un clavel.
Detrás la gente, va silenciosa.
Cierra la noche. Todo reposa.
¡Madrid ha muerto! ¡Llorad por él!

(Intermedio de Rosa de Madrid. Luis Fernández Ardavín)

sábado, 13 de octubre de 2007

viernes, 12 de octubre de 2007

::el boris godunov del real::

Por fin se inauguró la temporada lírica del Teatro Real y el pasado miércoles, día 10, asistí a ver la sobrecogedora ópera Boris Godunov de Musorgski. Esta obra, para quien no la conozca, narra las desventuras y tormentos de un zar que llega al trono de manera "poco limpia" y la verdad es que poco más se puede decir. Una obra shakesperiana si se me permite, donde se reflexiona sobre el poder, la vida y la muerte. Un Macbeth "alla russa" que impresiona por su fuerza y donde se cuestionan verdades trascendentales que hacen que en tu butaca uses la cabeza para algo más que el "¡oh! qué bien canta" (algo que, dicho sea de paso, me suele ocurrir con frecuencia con las óperas del repertorio no-mediterráneo.)

La obra de Musorgski es, además, un hito en la historia de la ópera. No se entendería lo que vino después sin ella. El trabajo dramático-textual en relación con la música, esa especie de prosodia melódica que a veces alcanza el arioso y a veces se diluye en el cantus firmus quasi ortodoxo, prepararon el camino, por ejemplo, haci un Pelléas et Mélisande de Debussy o muchas de las pautas canoras de la segunda escuela de Viena (¡Wozzeck de Alban Berg!). El germen, la semilla, ya la había plantado Musorgsky casi treinta años antes en el Moscú de Alejandro II.

La elección de un obrón así para abrir temporada creo que es arriesgada. Los cuerpos estables del teatro, el coro y la orquesta, aún están fríos y en una obra donde se les exige tanto, la verdad, opino que se quedaron algo "cortos". No me convenció López Cobos desde foso (aunque en las partes más sombrías logro una densidad y unas texturas emocionantes). En las partes más brillantes yo no sé si eran los desacompasados tempi, las irregularidades tímbrics o las monstruosas desafinaciones de los viento-metal pero ay, ay, ay... aquelló no acabó de cuajar. El coro dirgido por Casas-Bayer bien, más o menos, en el último cuadro pero nada convincente en las escenas de la coronación de Boris. Le falta anchura, dimensión... sonar más "ruso".

Los solistas vocales muy correctos todos. Scandiuzzi como Boris estuvo bastante bien y en sus tres monólogos, en especial el de su muerte, llegó a conmoverme. El soberbio Pimen de Kotchinian, el Chuisi de Donal Kaasch, Varlaam por Vladimir Ognovenko... Itxaro Mentxaka cantando la canción del pato. Todos bastante bien. El Grigori de Vsevolod Grivnov me resultó algo chillón pero correcto. En fin, que en este aspecto un notable para todos y un aplauso sonoro por el esfuerzo realizado.

Para terminar comentar que la dirección de escena de Klaus Michael Grüber fue más o menos interesante pero lo que no se puede permitir es la tomadura de pelo del escenógrafo Eduardo Arroyo. ¿Cómo se permite algo tan absolutamente cutre para una obra de estas características? El resultado fue absolutamente anodino merced a unos decorados planos, fríos, asépticos que no decían absolutamente nada. Delirio de un pintor que se cree que escenificar una ópera es pintar un cuadro para cada escena. Nulo sentido teatral que Grüber no debía haber permitido. Los bostezos y los ojos cerrados fueron un constante en el paraiso del Real cuando se trata, precisamente, de una obra que concebida como gran retablo pictórico-musical de la Rusia del siglo XVII puede llegar a ser alucinante. Arroyo debería, además, no haberse reido tanto del público del Real puesto que si recordamos su anterior escenografía para Desde la casa de los muertos ¡es igual! Pájaros gigantescos, insectos, colores planos, frialdad, nulo atrezzo... en el Janacek, a lo mejor tenía sentido, en Boris ha sido una patochada y una absurdez. Una pena, una gran oportunidad perdida para demostrarnos a los madrileños que la ópera rusa es, y debe ser, ese gran drama musico-nacional con el que soñaron sus autores. Volvería a la ópera por ver el primer reparto musical pero creo que mejor me quedo en casa para no aburrirme tanto.


El único cuadro que salvo de este montaje, la muerte de Boris.

martes, 9 de octubre de 2007

::un vals entre vicente aleixandre y josef strauss::

En genios como Aleixandre la palabra podía ser el compás perfecto para la danza. En su libro Espadas como labios -escrito entre 1931 y 1932- presentó uno de los poemas de amor más interesantes de nuestra literatura por cuanto tiene de sarcástico pero a la vez de sentido. Un poema titulado como la danza reina de los salones del XIX, "El vals", en el que se recrea estos espacios de hedonismo en decadencia, y que tiene el ritmo de dicho baile, ternario, infinito... que acelera y decelera a medida que fluyen las melodías en mayores o menores tandas. Para acompañar su lectura os propongo el "Vals Dynamiden" de Josef Strauss, hermano de Johann Strauss II (el popular autor de Junto al bello Danubio azul, Sangre vienesa o Rosas del sur).

Josef era un compositor romántico, en la línea de un Chopin o Schubert. A día de hoy podemos decir sin rubor que era mejor músico -bastante mejor músico- que su popularísimo hermano. Quizás su melodismo no era tan desbordante, pero sus valses, por la construcción, organización de las ideas e instrumentación brillante, son pequeñas joyitas, mini-poemas sinfónicos que ya va siendo hora de rescatar y que sean igual de conocidos que los de su hermano. En este vals que cuelgo, por cierto, se inspiró Richard Strauss -nada que ver con la familia de compositores vieneses- para uno de sus más conocidos temas de la ópera El caballero de la rosa ("mit mir, mit mir, mit mir..."), el machacón y pegadizo vals del Barón Ochs.



Con todos ustedes, El vals.

Eres hermosa como la piedra,
oh difunta;
Oh viva, oh viva, eres dichosa como la nave.
Esta orquesta que agita
mis cuidados como una negligencia,
como un elegante bendecir de buen tono,
ignora el vello de los pubis,
ignora la risa que sale del esternón como una gran batuta.

Unas olas de afrecho,
un poco de serrín en los ojos,
o si acaso en las sienes,
o acaso adornando las cabelleras;
unas faldas largas hechas de colas de cocodrilos;
unas lenguas o unas sonrisas hechas con caparazones de cangrejos.
Todo lo que está suficientemente visto
no puede sorprender a nadie.

Las damas aguardan su momento sentadas sobre una lágrima,
disimulando la humedad a fuerza de abanico insistente.
Y los caballeros abandonados de sus traseros
quieren atraer todas las miradas a la fuerza hacia sus bigotes.

Pero el vals ha llegado.
Es una playa sin ondas,
es un entrechocar de conchas, de tacones, de espumas o de dentaduras postizas.
Es todo lo revuelto que arriba.

Pechos exuberantes en bandeja en los brazos,
dulces tartas caídas sobre los hombros llorosos,
una languidez que revierte,
un beso sorprendido en el instante que se hacía «cabello de ángel»,
un dulce «sí» de cristal pintado de verde.

Un polvillo de azúcar sobre las frentes
da una blancura cándida a las palabras limadas,
y las manos se acortan más redondeadas que nunca,
mientras fruncen los vestidos hechos de esparto querido.

Las cabezas son nubes, la música es una larga goma,
las colas de plomo casi vuelan, y el estrépito
se ha convertido en los corazones en oleadas de sangre,
en un licor, si blanco, que sabe a memoria o a cita.

Adiós, adiós, esmeralda, amatista o misterio;
adiós, como una bola enorme ha llegado el instante,
el preciso momento de la desnudez cabeza abajo,
cuando los vellos van a pinchar los labios obscenos que saben.
Es el instante, el momento de decir la palabra que estalla,
el momento en que los vestidos se convertirán en aves,
las ventanas en gritos,
las luces en ¡socorro!
y ese beso que estaba (en el rincón) entre dos bocas
se convertirá en una espina
que dispensará la muerte diciendo:
Yo os amo.

lunes, 8 de octubre de 2007

::morir, dormir... dormir, tal vez soñar::

El Hamlet que disfruté ayer tarde en Réplika Teatro será inolvidable. Era la primera vez que veía un Shakespeare sobre las tablas y ¡Dios, qué fuerza! Ahora entiendo tantos y tantos textos en los que nos cuentan cómo de Shakespeare abajo, ninguno. La intensísima tragedia del príncipe Hamlet, de la reina Gertrudis y del odioso rey Claudio sobre las tablas cobra una intensidad que nunca pude imaginar. Pero estoy seguro que nada de esto hubiera podido ser posible sin la fineza del montaje y la versión teatral que nos han ofrecido los artistas de Réplika bajo la dirección de Jaroslaw Bielski.

El Hamlet de Raúl Chacón es un hombre ante el abismo, un lobo en trance en la cuerda floja de la verdad y la mentira, ¿está loco de verdad, o no lo está? Un Hamlet romántico, y a la vez barroco, lleno de contrastes y de verdad... ¿o de mentira? ¿duerme o sueña? Trágico y oscuro desde el principio en sus soliloquios pero lleno de luz en los diálogos con Horacio, Ofelia, Claudio o (¡inolvidable!) con su madre la reina. Bravo por él. Si con lo joven que es ha logrado una creación tan acabada de este personaje, ¿¡qué puede venir después?! ¿Segismundo?... Lo que él se proponga. A los clásicos no hay que tenerles miedo y creo que en su manera de decir el verso hay un algo de maestría que sólo saben alcanzar los que han nacido para este extraño mundo del teatro.

Otra "grande, grande", para mi gusto, fue Socorro Anadón, que perfiló una Gertrudis hierática y sensual pero que poco a poco se derrumba hasta conseguir arrancar las lágrimas al público con su escena de la copa de veneno y el pañuelo con que seca el sudor a su hijo Hamlet. De verdad, el público se quedó de piedra con sus intervenciones. Una gran dama de las tablas con el porte y el acento perfecto e inmejorable para un papel complicadísimo como el de Gertrudis.

Sería un pecado no citar la frágil y dolorosa Ofelia de la jovencísima Marta Eguía -¡qué diálogos con Hamlet, qué escena de locura!-, el histriónico y magnífico Polonio de Luis Martí, el Claudio, también muy joven, de Borja Manero, o el honrado y siempre cumplidor Horacio de Pablo Castañón. Secundarios impecables y montaje sencillo pero que no resultaba, en absoluto, carente de nada. Solucionadas con efecto las escenas de las apariciones del rey Hamlet, la de los cómicos, la del entierro y, ¡cómo no!, la del duelo final.

Un duelo entre los espectadores y los artistas en este Hamlet de Réplika Teatro. Un duelo que nos inquieta con cuestiones universales y que hoy en día deberíamos plantearnos más que nunca. "¿Somos o no somos?... ¿morir... dormir... soñar... silencio?"... Las funciones terminaron ayer domingo, pero el Hamlet de Réplika regresará a Madrid en el mes de enero, prometo recordároslo para que no os lo perdaís. Acción reflexiva en un Hamlet vital que no olvida.

Me despido por hoy, no sin antes dejaros un poquito de música. La preciosa escena de locura de Ofelia de la opéra lirique de Ambroise Thomas, Hamlet, estrenada en París en 1868. Natalie Dessay canta, cómo no, e interpreta el comprometido papel con maestría y entrega desmedida. Todo un bombón.



domingo, 7 de octubre de 2007

::pues a mí me gusta::


El Teatro Real cumple esta semana 10 años de trayectoria desde que se reabriera en 1997 después de varios años de obras y más de una polémica en torno a los presupuestos desorbitados que fueron creciendo y creciendo a medida que avanzaban los meses. Pero bueno, se abrió el Real, y todos recordamos ese precioso programa doble con que se inauguró, El sombrero de tres picos junto a La vida breve, ambas de Manuel de Falla y que ójala hubieran sentado precedente para una mayor presencia del repertorio clásico español en lo venidero. No ha sido así, pero no me quejo del todo.

En diez años el Real ha ido creciendo y aunque aún podamos poner muchas pegas a sus programaciones creo que nos vamos acercando, poco a poco, a lo que se supone debe ser un gran coliseo de ópera al nivel de cualquiera europeo: temporada variada donde convivan repertorio clásico, moderno, contemporáneo y español... un nivel artístico en intérpretes y directores musicales y de escena intachable... acercamiento del teatro a "la calle", a los más jóvenes... etc, etc...

Creo que se está consiguiendo. Los jóvenes que quieren ver ópera pueden hacerlo, con entradas como muy caras a 14 euros en el ya popular "último minuto". El Real sale a la calle en numerosas ocasiones -jornadas de puertas abiertas, noches en blanco, conciertos y proyecciones en la Plaza de Oriente-, a lo largo de las últimas temporadas ha incrementado su oferta pedagógica e infantil... en fin, una serie de elementos que han hecho que "El Real" haya vuelto a formar parte d ela vida social y cultural más plena de la ciudad de Madrid. El Real de hoy es el Real de Miau o de Fortunata y Jacinta pero en pleno siglo XXI. Un teatro de solera y hasta, diría yo, "castizo". No será tan bonito como el Liceu, pero oye, "el Real" es "el Real" y los madrileños podemos estar orgullosos de él, por su gloriosa historia y por lo que ahora significa y puede llegar a significar.

Apoyo la temporada actual, 2007-2008, a pesar de que muchos echan en falta algún Verdi, Donizetti o Puccini -no digo un Bellini porque no se representa desde hace nueve años y pocos han dicho nada hasta ahora-. Tendremos ópera "moderna" y contemporánea (destaco porque me encantan el Janacek y los Britten), romántica (Tristán e Isolda, La Gioconda, Tancredi), clásica (Idomeneo, La clemencia de Tito, Orfeo y Euridice...). Una ópera de un español pero de corte y cantada en italiano, El cascarrabias de buen corazón, de Martín y Soler. En fin, un poco de todo. Con lo que nos deberíamos quedar es con que el aficionado a la lírica podrá escuchar, entre óperas escenificadas, semiescenificadas y en concierto, una veintena de títulos en esta temporada. Y todo esto en diez años... Eso sí, ¡exigimos más zarzuela y la entrada de opereta en sus programaciones, que ya va siendo hora!

¡Ya podía aprender del Real el Teatro de la Zarzuela!... Cierto que el presupuesto no es el mismo, si me apuras hasta el enclave del teatro hace mucho, pero no es excusa en cualquier caso. Es un problema de gestión, es decir, ¡de mala gestión! Mientras en la Zarzuela sigan nombrando a dedo a sus directivos por ser la familia del novio de menganito así andaremos de mal -cuatro producciones al año y, bueno, sí... este año cuatro conciertitos líricos-.

Felicidades al Real y a los que le hacen posible.

P.S.: ¿Cuándo podremos ver de nuevo la Aida en el Real?, teniendo en cuenta de que es la obra más representada de este teatro, casi su ópera fetiche, y que a mí me encanta, jeje, ya va siendo hora de reponerla o, por ejemplo, traer el paseadísimo montaje del Liceu basado en la escenografía de Mestre Cabanés de 1945. Os dejo a Kraus con el popular aria "Celeste Aida":




Quien quiera saber más sobre el concierto que se dará el jueves para festejar el evento aquí le dejo un link con el "solemne" programa.

miércoles, 3 de octubre de 2007

::la mujer en la zarzuela - últimas heroínas::

Con este post daré fin a la serie de heroínas que inicié a principios de septiembre y que, vaya, ya va siendo hora de terminar. He hablado de varias de mis preferidas, de Adriana, de Mélisande, de Lucia, de Salome... pero no he hablado de mis verdaderamente preferidas, de las auténticamente heroínas: las protagonistas de muchísimas zarzuelas, de muchos sainetes líricos. Hablo de la mujer trabajadora que, más o menos ensoñada por unos libretistas burgueses, varones y heterosexuales, configuran un mosaico de emociones de carne y hueso, de penas y miserias, de alegrías y alborozos.

No hablo ni de Francisquitas, ni de Luisas Fernandas. Hablo de Marola, tabernera en un puerto lejano, de Mari Pepa, chulapona planchadora, de Ascensión, que nos vende flores en La del Manojo de Rosas, de Aurora, alfarera a la que cantan parrandas bajo la ventana...

... pero hablo, por encima de todas, de una criatura sinpar: Pilar, protagonista de una de las más imponentes zarzuelas: Gigantes y cabezudos, con libro de Miguel Echagaray y música de Fernández Caballero (El dúo de La Africana, La viejecita, Los sobrinos del Capitán Grant...).

La obra se estrenó en noviembre de 1898, en un Teatro de la Zarzuela lleno hasta la bandera por burgueses y no tan burgueses que habían visto roto en pocos meses el sueño del gran quijotismo español. España, que no es mala pero tampoco sabe ser buena, con el Desastre Nacional, se dio a sí misma la puntilla definitiva. Un país que se quedaba más hambriento, pobre, solo y avergonzado que nunca. Pero eso sí, un país que no se resistía, que oiga señores, que aquí no pasa nada y que hay que comer y sobrevivir. Así lo entendía la gente humilde, los que realmente sinitieron en sus carnes la puñalada de la guerra. Si no fue en Cuba, fue en Filipinas... y a quien no le tocó pues pronto le llegaría "su" Africa.

Pilar es verdulera. Tiene su puesto en una plaza cercana al Pilar de Zaragoza. De honrado corazón se presenta voluntaria para representar a las vendedoras en el Ayuntamiento y protestar por la subida injusta de los presupuestos (¡un 100%!). Pero las desdichas de Pilar no terminan ahí. Es analfabeta, como el 70% de las mujeres españolas a finales del XIX, y un policia malasangre la engaña al leerle las cartas que su novio, desdichado, la envía desde Cuba de donde no ha podido regresar todavía.

La serie de calamidades por las que Pilar pasa -que a veces nos hacen esbozar una sonrisilla por no llorar- van in crescendo, como la inolvidable jota que entonará en el climax de la obra durante las fiestas del Pilar y que nos recuerda que aún por mucho mal que nos esté pasando ahí estamos los maños -y digamos por expansión, los españoles- siendo gigantes y cabezudos:

Luchando tercos y rudos
grandes para los reveses
somos los aragoneses
gigantes y cabezudos.

La zarzuela tiene final feliz. Su Jesusico regresa y aunque ella no sepa leer formarán una familia que entre los dos (ojo, entre los dos... que se lo digan a cualquier pavisosa de ópera) sacarán adelante. Por ser gigantes y por ser cabezudos, por ser honrados y trabajadores. Así fueron tantas y tantas protagonistas de zarzuelas... así fueron tantas y tantas españolas, mujeres trabajadoras a las que, aunque no estemos a 18 de marzo, dedico este post.

Para terminar os invito a que escucheís la preciosa romanza de Pilar en la que se lamente por no saber leer las cartas que le envía Jesús desde Cuba... "¿por qué, Dios mío, no sé leer?".



Esta es su carta
es el cartero después del otro
lo que más quiero.
Tardó la carta
cerca de un año.
Vive y me quiere
mi pobre maño.
¿Qué me dirá?
Vamos a ver.
¡Por qué Dios mío no sé leer!

Si no doy esta carta a leer
lo que escribe yo voy a ignorar,
mas no debe ninguno saber
lo que el chiquío le cuenta a Pilar.

Me leen sus cartas mal
y deprisa y acaban siempre
muertos de risa.
Que esas se rien no puede ser.
¡Por qué, Dios mío no sé leer!

Las cuatro caras llenas están,
ésta es su firma
¿qué me dirá?
Me dirá que me quiere de veras,
que soy mona y rica,
me dirá que al rezar
no se olvida de la Pilarica.

Me dirá que esta hambriento
y sediento y enfermo
y cansado y que va por maniguas
y charcas sin pan ni calzado.
Me dirá que ni Cuba es hermosa,
ni dulce la caña
y que piensa en su pobre baturra
que llora en España.

¿Dirá otras cosas?
Bien puede ser.
¡Por qué, Dios mío no sé leer!

Tal vez su vuelta me anunciará.
Tal vez enfermo se encontrará,
y ¡ay Dios! a verle no vuelva ya.
Duda cruel ya no asaltó
y hace latir mi corazón.
Qué me dirá
Yo no lo sé,
¡Por qué, Dios mío no sé leer!

martes, 2 de octubre de 2007

::vuelta a clase... la única solución... el champán::

Re-la-mi-do... re-la-mi-do... las lecciones de solfeo pueden acabar siendo tediosas... Mientras mi amigo Javi me ayuda a buscar solución estética para mi blog he regresado al antiguo formato para poder desahogarme de vez en cuando por estos lares.

Hoy empezarpn las clases en la universidad y creo que la musicología va a absorber mis tardes a pasos de gigante. Me quedo todos los días a comer en Ciudad Universitaria así que doy las gracias a los horarios antipedagógicos donde los haya del departamento. Horarios elaborados a la medida de los maestros, no de los alumnos. ¿Que se dan cinco horas seguidas con el mismo profesor de dos asignaturas espesísimas? ¡¡Qué más da, hombre!! Es que oye, es una eminencia.

No cuela.

Re-la-mi-do... re-la-mi-do... Yo sigo con mis niños y mis clases particulares de solfeo y piano... llueve y llueve, menudo día. Siguen cantando y aporreando el piano (¿por qué no elegirían los padres como instrumento la pianola y el organillo?). En fin, qué tiempos los del Conservatorio María Cristina, cuando enseñaban Arrieta, el ilustre compositor de Marina y Emilio Serrano. En mis tiempos (finales de los noventa... principios de siglo XXI) aprendíamos con métodos escritos en los años 20 de Conrado del Campo y cía... uhm... creo que el Conservatorio tampoco es ejemplo de pedagogía... ¡Agggg!

RE-LA-MI-DO
RE-LA-MI-DO...

Siempre nos quedará el champán... Ay, ¡qué noche la del viernes!... Von Otter haciéndose la borracha en la maravillosa Pericola de Offenbach. El aria-mazurka de la borrachera.